La habitación estaba en total oscuridad cuando él entró, apenas distinguir su silueta sobre la cama una sonrisa apareció en su rostro.
Dejó la bandeja sobre la pequeña mesa que había junto a la puerta y entró en total silencio.
Abrió la pesada cortina permitiendo que el sol iluminará la habitación.
Se acercó a ella cuando estaba a punto de abrir los ojos, tardó unos segundos en acostumbrarse a la claridad del día y cuando al fin logró distinguir el rostro de aquel hombre una enorme sonrisa se dibujó en su rostro.
Christopher: buenos días...- dijo sonriendo.
Roberta: hola...
Él se acercó a ella con la intención de besar sus labios y tratar de mitigar esas ancias que tenía de ella desde el momento que la vio por primera vez, inconsciente en esta misma cama; pero Roberta se alejó y se cubrió con la cobija hasta la nariz.
Christopher: ¿Qué haces?- preguntó riendo.
Roberta: no me beses
Christopher: ¿Por qué?- frunció el ceño preocupado.
Roberta: tengo mal aliento, acabo de despertar.
Una tierna sonrisa se formó en los labios de Christopher que por un segundo pensó lo peor, tal vez ella se había arrepentido o tal vez había soñado con aquel hombre de nuevo.
Pero es que todo lo sentía tan frágil que parecía un sueño. Es parte de un cuento de hadas, encontrar a una inofensiva y hermosa mujer a un lado del camino, que resulte ser la mejor mujer que ha conocido y mejor aún que esté enamorada de él, todo era tan perfecto que estaba seguro que algo debe salir mal.
Christopher: amor, está bien...- trató de besarla de nuevo pero ella volvió a alejarse.
Roberta: espera... dame cinco minutos- él la miró sonriendo- por favor...- lo miró con ojos suplicantes.
Christopher: muy bien...- dijo suspirando antes de que ella saliera de la cama y prácticamente corriera hasta el baño.
Cinco minutos después regresó a la habitación donde Christopher estaba sentado sobre la cama, al verla se levantó y ella prácticamente corrió a sus brazos, tomó el rostro de su hombre y depositó un tierno y largo beso. Cuando se separaron él tomó un desordenado mechón de su cabello y lo dejó con extremo cuidado detrás de su oreja.
Roberta: qué bonita manera de empezar el día...- él sonrió.
Christopher: y eso no es todo... aún falta el desayuno- indicó con la mirada la mesa donde descansaba la bandeja que había traído con un humeante chocolate caliente, pan tostado, un par de homelets y el encanto sutil de una rosa blanca.
Roberta: ¿Me trajiste el desayuno?- preguntó sonriendo como niña pequeña frente a la mejor sorpresa.
Christopher: pues claro... no puedo tomar el mérito de la preparación porque debo admitir que Martha se encargó de eso, pero yo la ayudé... acercándole los cubiertos.
Roberta: todo se ve muy rico... gracias- besó su mejilla.
Christopher: ni lo digas, para cualquier novio es un gusto llevarle el desayuno a su chica... bueno, no sé si cualquier novio pero si el novio que tú tienes.
Roberta: ¿Novio?- él asintió- ¿Señor Uckermann yo sé que tengo problemas de memoria pero estoy casi segura que no he contestado esa pregunta?
Christopher: no creí que fuera necesario, pero si así...
Roberta: no, por mí está bien...- rodeó de nuevo su cuello con los brazos- novio... me encanta que seas mi novio.
Él sonrió y besó de nuevo sus labios antes de tomar la bandeja y llevarla hasta la cama donde ambos compartieron el desayuno entre risas y besos robados.
Alfonso llegó al consultorio donde encontró a la rubia con la que lidiaba todos los días, ella mecía al bebé y le daba de beber el frasco lleno de leche.
Anny: bien, tú y yo nos estamos adaptando ¿Verdad cielo?- le habló al bebé y éste le sonrió levemente.
Poncho: buen día...
Anny: hola...- él entró a su oficina tan rápido que ella apenas y pudo contestar- es un ogro ¿Verdad?... Ese doctor malgeniudo y amargado es un ogro...- suspiró- un ogro muy guapo.
Alfonso cerró la puerta desde el interior de su oficina; cada vez que la veía cargando o hablando con ese pequeño una parte de su pasado le aplastaba el corazón, le hacía recordar a aquella chica a la que tanto amó y sobre todo al bebé que nunca conoció, a su pequeño hijo, aquel que no logró proteger.
Suspiró y cubrió su rostro, esto se hacía más difícil cada día, en medio del silencio logró escuchar la dulce voz cantando una linda y típica canción de cuna, sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y de nuevo aquella furia hacia él mismo.
Las detonaciones de lo que parecía ser un arma de fuego lo hicieron sobresaltarse y contra todas las medidas de seguridad se levantó y abrió la puerta solamente para correr hacia el centro del huracán si era necesario, todo con tal de salvarla, de proteger a la rubia que llevaba su paciencia al límite.
La encontró junto a la pared aferrando a la criatura a su pecho y temblando de pánico, ella elevó la mirada y cuando sus ojos se conectaron ambos se sintieron a salvo.
Poncho: ¡Abajo!... Anny agachate- corrió hacia ella y la llevó a un lugar seguro, la dejó contra la pared y aún en cuclillas él la protegía dando la espalda al campo de fuego- tranquila... ya pasará...- susurró directamente en su oído cuando sintió que ella temblaba, él cubrió la cabeza del bebé con una mano mientras con la otra trataba de mantener a salvo a la chica que no dejaba de llorar de miedo al igual que la criatura.
Minutos después las detonaciones cesaron y Alfonso levantó la cabeza apenas un poco después de asegurarse que no habría más disparos.
Bajó la mirada y acarició el cabello de la rubia tratando de tranquilizarla.
Anny: ¿Qué fue eso?...- preguntó con la voz quebrada de miedo.
Alfonso: no lo sé... ¿Están bien?- dijo mirando se rostro y comprobando que no tenía ninguna herida, después hizo lo mismo con el pequeño que ahora estaba más tranquilo que antes.
Anny: sí, creo que sí...
De pronto los gritos de auxilio comenzaron a escucharse en el exterior y Alfonso se levantó casi de inmediato y tomó su mano.
Alfonso: entra a mi oficina y no salgas hasta que yo vaya a buscarte...- trató de alejarse pero ella se lo impidió sujetando su mano con más fuerza.
Anny: no, no... no ¿A dónde vas?... No salgas, es peligroso- le dijo mientras le suplicaba con esos ojos azules inundados en lágrimas.
Alfonso: Anny tengo que ir... pueden haber heridos y soy... somos los únicos médicos del pueblo...
Anny: lo sé, pero... no me dejes sola.
Alfonso: quédate en mi oficina, estaré bien... vendré a buscarte... ¿Sí?
Ella negó rápidamente y suspiró presa del pánico.
Anny: iré contigo...- él negó- dijiste que somos los únicos médicos... necesitas mi ayuda.
Alfonso: ¿Y el niño?...
Anny: alguien lo cuidará, ya encontraré quien.
Alfonso: está bien... pero quédate siempre a mi lado ¿Ok? Al menos hasta que nos aseguremos que todo está bajo control.
Ella asintió y tomó su mano con firmeza mientras él abría la puerta del consultorio.
anoniromo
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Destino ©
Fanfiction¿Quien iba a creer que tomar el segundo camino esa noche marcaría su vida para siempre? Christopher estaba a un paso de rendirse; jamás encontraría a la chica adecuada para él ¿Es que acaso las mujeres de buen corazón ya no existían o sus perspectiv...