Capítulo 8

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Christopher parpadeó saliendo de sus pensamientos, sin darse cuenta llevaba varios segundos perdido completamente admirando a la hermosa chica que estaba frente a él, ella estaba tan concentrada leyendo el libro que él tanto amaba.

Ella se sintió observada y cuando elevó la mirada él la esquivo regresando su atención al monitor de su computadora, ocultando tras ella una pequeña sonrisa de medio lado.

Chris: bueno, esto ya está- dijo cerrando su computadora, ella lo miró- ¿tienes hambre? No soy el mejor chef del mundo pero puedo preparar algo rápido.

Ella asintió sonriendo.

Creo que me arriesgaré- dijo riendo.

Chris: vamos entonces...- se levantó de su escritorio y salió junto a ella de la oficina.

Él abrió la puerta y se apartó cediéndole el paso como el caballeroso hombre que era, ella sonrió antes de asentir y caminar hacia afuera de la habitación.

La tormenta del exterior seguía en todo su esplendor, el agua caía del cielo sin parar y los estruendosos relámpagos no dejaban de manifestarse, de pronto la puerta principal se abrió casi de golpe provocando que ella se sobresaltara un poco y se colocara detrás de Christopher como buscando protección. Él inocente a esto, dio la vuelta tranquilamente para ver a su prima entrar prácticamente empapada.

Maite: uffff está lloviendo terrible

Chris: ¿de verdad? No me dí cuenta- dijo con obviedad, Maite le hizo una mueca y caminó a la cocina- no debiste conducir con ésta tormenta puede ser peligroso May- dijo caminando detrás de su prima.

Maite: no fue para tanto, además venía a veinte así que...- dijo tomando una manzana del frutero de la mesa- a veces te pones peor que Carmen- susurró antes de darle un mordisco a la manzana y centrar su vista en la pelirroja que estaba junto a su primo- ¿no te fastidia el afán de éste?

Ella negó sonriendo un poco ruborizada.

Chris: lo ves, ella si aprecia mi interés- dijo sonriendo y le guiñó el ojo a aquella chica.

Maite ayudó a Christopher a preparar algo simple para comer, ya que como era costumbre, el domingo el servicio de la casa tenía el día libre, sirvieron la comida y se sentaron en la pequeña mesa que había en la cocina.

Durante la comida los primos hablaban con la confianza

La tormenta disminuyó mientras ellos merendaban y treinta minutos después la puerta de la entrada se abría y en instantes aparecía Carmen por la cocina cargada con las compras que había hecho en el pueblo; al verla Christopher se levantó después de limpiar su boca con una servilleta y caminó hasta la anciana besando su mejilla a modo de saludo como acostumbra y tomando las bolsas que ella llevaba.

Carmen: tuve que esperar en el pueblo a que parara la tormenta pero afortunadamente encontré a Ponchito y él me trajo hasta acá.

-¿Poncho viene contigo?- dijo sonriendo y Christopher tragó saliva y continuó su camino hasta dejar las bolsas sobre la barra de la cocina.

Carmen: no, me acercó a la puerta y se fue a su casa, dijo que iba a descansar así que no creo que venga a la cena- dijo tranquila y algo en él se sintió aliviado de pronto.

Maite: qué pena ¿verdad Chris?...- preguntó sonriendo mirando a su primo.

Chris: si, pero supongo que es mejor que descanse.

Maite: si, seguramente- dijo antes de beber del chocolate caliente que estaba en su taza.

Carmen: ¿cómo te sientes hoy querida?- preguntó a la callada pelirroja.

Destino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora