Capítulo 6

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Christopher entró corriendo a la Hacienda, antes de subir las escaleras vio a Christian.

Christian: Christopher que bueno verte- él se acercó a abrazarlo.

Christopher: ¿sabes algo de la pelirroja?

La cara del rubio cambió de felicidad a preocupación asustando al castaño.

Christian: si, Maite me dijo que ella... - pasó saliva, Christopher no aguanto mas y subió corriendo las escaleras- ¡Christopher espera!... Escúchame- dijo corriendo detrás de él- espera caray- dijo cuando él abrió la puerta.

Sus ojos se centraron en la cama que estaba algo destendida, se giró hacia Christian quien respiraba agitadamente detrás de él.

Christopher: ¿dónde está?

Christian: no sé...- dijo confundido mirando la habitación- se supone que...

En ese momento la puerta del baño que había en la habitación se abrió dejando ver a Carmen y a Maite ayudando a una hermosa pelirroja a caminar hacia la cama.

Carmen miró a los chicos y en ese momento su cara cambió.

Carmen: pero quien les enseño a ustedes que pueden entrar así a la habitación de una señorita...- dijo caminando hacia ellos- vamos ¡fuera!...¡fuera!

Dijo sacándolos de la habitación pero los ojos de Christopher estaban clavados en aquella chica que lo miraba un poco asustada pero intrigada a la vez.

Carmen cerró la puerta cortando la conexión visual que había entre ellos.

Maite: tranquila... No te harán daño...

Ella: ¿quiénes son?- preguntó asustada.

Maite: Christian y Christopher.

Carmen: Christopher es quien te trajo aquí...- le dijo sonriendo mientras la ayudaban a sentar.

Ella: ¿entonces tampoco lo conozco?- dijo con algo de decepción. Maite negó y ella de repente se sintió triste.

Maite: ¿qué tienes?

Ella: no lo sé, sentí algo muy extraño cuando lo vi... como si lo conociera antes, pero fue diferente,  no como amigo... más bien con la confianza que se tiene a un novio o... a un esposo- hablo apenada y se ruborizó cuando Maite y Carmen sonrieron.

Maite: pues tu novio no es, pero pronto podrá serlo- comenzó a reír pero Carmen le dio un codazo obligándola a callar.

Carmen: yo que tú no estaría tan feliz, ella no sabe quién es Christopher tal vez piensa eso de Christian, estaban los dos juntos- dijo burlona y la sonrisa de Maite se borró reemplazando su rostro por uno de preocupación y angustia.

Maite: ¿por quién sentiste eso? ¿Por el rubio o el castaño?- le preguntó despacio. Ella la miró con miedo a contestar.

Ella: heeeee por el de azul...- susurró tímidamente.

Maite: ¿por el castaño?- ella asintió y la sonrisa de Maite regresó al igual que la tranquilidad que ella había perdido.

Carmen: ¡ese es mi niño Christopher!- dijo sonriendo- querida tienes buen gusto, además si te hubieras fijado en el rubio Maite tendría competencia.

Ella sonrió mientras Maite reía.

Carmen: bueno voy a saludar a mi niño, pobrecito... Lo regañe y ni hola le dije, bajen a cenar en una hora ¿ok?- las dos chicas asintieron.

Ella: ¿Poncho estará ahí?- Carmen asintió y ella sonrió- ¿Christopher también?- Carmen miró a Maite y asintió de nuevo- ¿puedo cenar aquí? No tengo ánimos de bajar.

Carmen: claro cariño... Te subiré tu cena en un rato- ella asintió.

Ella: muchas gracias.

Carmen salió de la habitación y Maite se quedó con ella para hacerle compañía, en este poco tiempo que ella estuvo consciente descubrieron varias cosas particulares de ella, como por ejemplo que no le gustaba quedarse sola, le aterraba la oscuridad y desarrolló una extraña dependencia por Poncho, lo cual desde un principio preocupó a Maite.

Christopher estaba afuera de la habitación; Carmen no había querido decirle nada por lo que optó por su segunda opción: Maite.

Estaba quedándose dormido sentado en el piso del pasillo con la espalda recargada en la puerta de la habitación; el agotamiento de los viajes y el estrés por no saber nada de ella ya estaban cobrando factura.

La puerta se abrió provocando que despertara de golpe tratando de no caer hacia atrás.

Maite: ¿qué haces?- dijo tratando de contener la risa.

Chris: ¿cómo está?- dijo tratando de mirar el interior de la habitación pero su prima cerró la puerta.

Maite: algo cansada, pero me repondré con una buena siesta.

Chris: no tu... ¿Cómo está ella?- dijo desesperado.

Maite: pues físicamente bien pero...- lo miró preocupada.

Chris: ¿pero qué? Maite por Dios ya habla...

Maite: parece que perdió la memoria, no recuerda nada del accidente... De hecho no recuerda nada de su vida, no sabe ni quién es.

Christopher se quedó impresionado, eso sólo lo había visto en las películas.

Ella debe sentirse muy angustiada por no recordar nada, aunque hasta cierto punto era lo mejor, a nadie le gustaría recordar la aterradora pesadilla que debió vivir antes de que él la encontrara.

Chris: ¿qué?- dijo incrédulo- ¿porqué?

Maite: no lo sé... Poncho es el que debe explicarte eso, seguramente vendrá a cenar.

Christopher asintió y Maite tomó su mano dándole un ligero apretón mientras sonreía, antes de entrar a su habitación que se encontraba del otro lado del pasillo.

Él colocó la mano en la manija de la puerta, debatiendo si debía abrirla o no.

Por un lado se moría por saber de ella, por conocer su sonrisa y el tono de su voz, su mirada ya la conocía y lo había dejado totalmente impactado.

Por otro lado creía que no podía acercarse tan fácilmente a ella, no sin tener una excusa. No recordaba nada y tal vez se encontraba bastante abrumada como para que él la estuviera atosigando.

Del otro lado de la puerta una chica temerosa tenía el mismo debate.
Estaba parada frente a la puerta, quería abrirla e ir a buscar a ese chico de mirada cautivadora y profunda, sin embargo le aterraba abandonar esa habitación, no sabía lo que se encontraría afuera de aquel sitio.

Se sentía débil y vulnerable ante todo. Poncho le había dicho que en ese sitio nadie le haría daño, pero ella aún no estaba lista para confiar en eso al cien por ciento.

Sin embargo cuando ese hombre apareció por la puerta tuvo la enorme necesidad de correr a sus brazos, no sabía porqué ni para qué, pero sentía que él era el refugio que necesitaba en estos momentos.

Ambos compartían las mismas dudas.
Entrar... No entrar... Salir... No salir.

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