Capítulo 11

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Poncho estaba en el pequeño consultorio que tenía junto a la plaza del pueblo, hace varios minutos que esperaba a quien su profesor de facultad le había enviado.

El doctor Puente fue uno de los mejores profesores que Alfonso tuvo en la universidad y cuando aquel hombre le pidió que recibiera a una persona para que realizara sus prácticas en el pueblo él no pudo negarse debido al enorme agradecimiento que sentía hacia el anciano.

El sol comenzaba a esconderse en las montañas mientras él revisaba su reloj esperando que al fin aquella persona llegara, hacía casi veinte minutos que tuvo que haber llegado pero no había ni rastro aún del médico que le habían enviado.

Cansado de esperar decidió ir a descansar a su casa, mañana tendría que ir a una comunidad muy alejada a realizar una campaña de vacunación y necesitaba estar completamente descansado y fuerte para evitar contagiarse de la gripe que aquejaba la región.

Tomó sus cosas y salió de su oficina rumbo a la plaza del pueblo por la que cortaba el camino que lo llevaba hasta su auto.

Caminaba inmerso en sus pensamientos hasta que de pronto chocó con alguien provocando que sus pertenencias terminarán esparcidas por todo el piso.

###: ¡Fíjate tarado!- dijo molesta desde el suelo de la plaza.

Poncho: fíjate tú y controla esa boca, que falta de respeto.

###: pero mira que calidad de caballero, además de que me tiras al suelo todavía tienes el descaro de reclamarme- dijo mientras se ponía de pie y levantaba sus cosas.

Poncho: pero si la que chocó conmigo fuiste tú, seguramente por estar pérdida en el celular.

###: eso no tiene nada que ver… y ¿sabes que? Mejor me voy, no tengo tiempo ni ganas de lidiar con patanes como tú.

La chica dio la vuelta molesta y continuó su camino.

Poncho: vieja loca- susurró antes de seguir su trayecto por la plaza. Llegó hasta su auto y justo en ese momento se percató que no tenía las llaves consigo- carajo ¿Dónde tienes la cabeza Alfonso?- susurró molesto mientras regresaba por el camino que acababa de recorrer.

Llegó hasta el consultorio y en la puerta vio a aquella mujer con la que había discutido hace tan sólo unos minutos.

Poncho: ¿Qué haces aquí?

###: ¿Me estás siguiendo pervertido?.

Poncho: ay por favor… ya quisieras y acabo de hacerte una pregunta ¿Tomarías la molestia de contestarla?

Ella rodó los ojos y después suspiró fastidiada.

###: estoy buscando al médico del pueblo…- buscó un pequeño papel en su bolso- Alfonso Herrera ¿Lo conoces?

Poncho: puede ser… ¿Qué buscas con él?- dijo frunciendo en seño.

###: eso que te importa, además de patán eres un metiche.

Poncho: ay cálmate, si te lo pregunto es porque quiero saber qué quieres conmigo.

###: ¿Contigo?- dijo riendo- contigo nada rey, al que busco es al doctor Herrera… ¿Sabes dónde está o no?

Poncho: por supuesto que sí… lo estás viendo- dijo ya algo molesto.

###: ¿Tu eres Alfonso Herrera?- dijo sorprendida y decepcionada a la vez.

Poncho: si… ahora dime ¿quién eres tú y que es lo que quieres?

###: soy Anahí Puente, la alumna que el profesor Puente le envió.

Poncho: ¿Puente?... ¿Eres hija del profesor?- ella asintió- ¿Cuántos años tienes niña? ¿Diecisiete?...

Anahí: claro que no, tengo veinticinco años y recién me titulé- dijo orgullosa.

Poncho: ¿Entonces tú y yo trabajaremos juntos?- dijo haciendo una mueca.

Anahí: mira patán a mí tampoco me gusta mucho la idea pero yo vine aquí a trabajar no a hacer amigos y mucho menos si se trata de ti así que tú y yo sólo trataremos asuntos profesionales ¿Está bien?

Poncho: si no hay de otra- susurró mirándola fijamente.

Aquella escuincla le había parecido insoportable y aunque debía admitir que era muy bella eso no equilibrada para nada su nefasta actitud.


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Christopher caminaba por el pasillo de la hacienda, hace tan solo unos minutos que había amanecido pero él ya estaba fuera de la cama desde hace mucho tiempo, cuando cruzó por la que era su habitación la puerta se abrió permitiendo ver a una hermosa pelirroja vestida de una manera muy extraña. Llevaba unos pantalones vaqueros color camel y una camisa de rodeo verde agua acompañados de unas botas texanas muy altas.

Christopher: hola Rob... buen día.
Roberta: buen día...

Christopher: ¿Qué haces despierta a ésta hora?

Roberta: dijiste que podía ayudarte... ¿ya te arrepentiste?- dijo con una pizca de desilusión en sus ojos provocando que él la mirara de la manera más tierna posible.

Christopher: no, por supuesto que no, es sólo que no creí que fuera desde ahora, te esperaba más tarde.

Roberta: bueno, me gustaría acompañarte en todo lo que haces y Carmen me dijo que tu día comenzaba muy temprano por eso quise acompañarte... ¿te molesta?

Christopher: no...- dijo casi como un susurro ya que estaba completamente perdido en los hermosos ojos cafés que lo observaban con un brillo muy especial.

Roberta: Christopher...- él salió de sus pensamientos y la miró- te fuiste a la luna- dijo sonriendo.

Christopher: lo siento ¿qué decías?

Roberta: ¿Qué si nos vamos ya?

Christopher: ay claro, claro... aunque primero debemos desayunar o Carmen nos mata- ella sonrió y asintió.

Ambos llegaron a la cocina donde la anciana tenía listo el desayuno con ayuda de dos cocineras que atendían la hacienda bajo las órdenes de ella.

Carmen: buenos días mis niños...- dijo besando la mejilla de cada uno- siéntense en el comedor ya les llevo el desayuno.

Christopher: no nana, nada de eso... desayunaremos aquí con ustedes...

Roberta lo miró sonriendo, Christopher trataba a todos de la misma manera, sin importar que se trate de sus empleados él siempre era amable con todos.

Todos se sentaron en el comedor que había en la cocina y desayunaron tranquilamente, las chicas se levantaron y fueron a ordenas la habitaciones por órdenes de Carmen.

Roberta: Chris ¿nos vamos ya?

Christopher: si claro...- dijo bebiendo el último sorbo de su café.

Ambos se levantaron y agradecieron a Carmen por el delicioso desayuno, cuando estaban a punto de cruzar la puerta Maite apareció con una enorme sonrisa en los labios que se disolvió por completo al ver el atuendo de la pelirroja.

Maite: ¡Haaaa! ¿Roberta que llevas puesto?- ella bajó la cabeza mirando su ropa.

Roberta: bueno te busqué para que me prestaras algo pero estabas dormida.

Maite: pero... no lo puedo creer.

Roberta: lo siento May no creí que te molestara y...

Maite: ¿Quién te dijo que esos pantalones van con esa camisa? Y ¡Por Dios! Si sales al campo con esos tacones te vas a matar.

Christopher: tampoco está tan mal Maite.

Roberta: ¿entonces qué hago?- preguntó confundida.

Maite: Chris espérala cinco minutos, ya arreglo esto... vamos Rob- tomo la mano de la pelirroja y ambas subieron las escaleras casi corriendo.

Destino ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora