Capítulo 11: Strike uno.

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Tomé las pequeñas piezas de metal, y comencé a pulirlas con un poco de papel de lija, mientras que Vojshtech, a mi lado, cortaba pequeños trozos de aluminio con un par de pinzas.

—Te aseguro que no habrá un mejor proyecto que el nuestro. —Alardeó, entusiasmado.

Vojshtech se había alejado visiblemente de mí en cuanto había conocido a Elliott, y sus señales habían sido tan claras que hubiera sido muy tonto de mi parte pasarlo por alto. Por suerte, lo único que había necesitado mi recién adquirido amigo, había sido un poco de espacio, porque para cuando comenzamos a trabajar en el proyecto, había vuelto a ser el mismo de antes conmigo.

Aunque quizá su actitud se mostraba un poco más relajada, y su amabilidad había descendido hasta un nivel más aceptable.

—Eso espero, Rasheld está decidida a empeñarse en el suyo, y no creo que Marcus le deje todo el trabajo sólo a ella. —Mordí un poco mi lengua, concentrándome en eliminar cualquier rastro de imperfección de la placa que tenía en las manos—. Asegúrate de que no quede ni un desnivel. —Le recordé.

Ambos estábamos sentados en el suelo de su habitación, rodeados de materiales.

—¿Cómo es que sabes tanto de aeronaves? —Se sorprendió.

—Mi papá está en la fuerza aérea, crecí con ellas. —Me encogí de hombros.

—¿Creciste? Sé que me arrepentiré de preguntar ésto pero, ¿qué rango tiene tu padre?

—Es coronel. —El pelinegro siseó, y yo solté una risa ligera.

—Será mejor no meterme en problemas contigo, señorita. —Levantó las manos en señal de rendición, y le lancé la pieza que tenía en las manos, avergonzada.

—Ya basta. —Gruñí, riendo.

—¡Oh, por favor! ¡No llames a tu padre! —Seguí lanzándole las pequeñas piezas, y él tomó su mochila como escudo, pero al hacerlo, golpeó la pequeña lata de esmalte que estábamos ocupando, y se volcó sobre él.

—¡Oh, no! Vojsh, lo siento. —Nos pusimos de pie al mismo tiempo, él levantó la lata, colocando la tapa en su lugar, e intentando limpiar la parte lateral de su camisa y sus pantalones.

—No fue tu culpa. —Negó—. Pero debo limpiar ésto antes de que sea peor. —Anunció, mostrándome un mechón de su amado cabello, lleno de esmalte. Hice una mueca, porque limpiar eso no sería nada fácil—. ¿Te molesta si te dejo sola un momento? —Tomó un par de prendas de su armario.

—No, toma tu tiempo, yo intentaré limpiar un poco la alfombra. —Joder. Eso no iba a ser lindo.

—No lo hagas, contratamos a alguien para eso, pero suele venir muy temprano. Puede esperar hasta mañana. —Aseguró.

—Pero quiero ayudar. —Me quejé.

—Si te ensucias, tendremos que posponer la sesión, y puede que no volvamos a tener paz en un buen rato.

—Buen punto.

Habíamos decidido que nos veríamos en su residencia porque Marcus llevaría su motocicleta al taller el día de hoy, y podríamos trabajar sin interrupciones, aunque yo estaba segura de que a pesar de que Marcus estuviera en casa, no escucharíamos un sonido suyo, pero no había querido llevarle la contraria a Vojsh, y terminé aceptando.

—Buena chica, quédate ahí, y no toques eso. —Señaló la gran mancha, mientras yo asentía obedientemente.

Tomé mi mochila al verlo desaparecer, saqué una de mis historietas, y pasé los siguientes quince minutos mordiéndome las uñas, y terminé ansiosa por saber que pasaría en el tomo siguiente, porque aún no lo había comprado. 

Ain't talking about loveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora