—¡Axxas! ¡Axxas! ¡Axxas! ¡Axxas! ¡Axxas!
Sonreí ligeramente al escuchar sus gritos de apoyo, y una diminuta burbuja de oxígeno escapó de mis labios.
Me sujeté de la baranda metálica que pertenecía a las escaleras de la alberca del campus, intentando recuperar la concentración. Me dispuse a abrir los ojos, y a pesar de que el cloro me irritaba un poco los mismos, siempre había adorado poder ver lo que se ocultaba bajo la superficie.
El cabello de mis contrincantes flotaba tranquilamente bajo el agua, los sonidos llegaban a mí distorsionados, y lejanos, como si afuera no hubiera un completo caos provocado por una multitud de personas alcoholizadas.
La idea me hizo recordar la cantidad de alcohol que llevaba en la sangre, y pensé que a Brooke no le haría ni pizca de gracia saber que me encontraba compitiendo por ver quién podía resistir más tiempo conteniendo la respiración, al menos no cuando había entrado sin permiso a la piscina del campus en semejante estado.
Entonces, fueron cayendo uno a uno.
Sonreí de nuevo al ver al primero salir del agua, y a ése lo siguió otro, y otro, hasta que contados veinte segundos después, sólo fuimos Jeff y yo. Comenzaba a faltarme el aire, pero estaba seguro de que podría esperar al menos hasta que el rubio se rindiera, y como si lo hubiera incitado a hacerlo con sólo pensarlo, Jeff salió disparado hacia arriba.
Me tomé mi tiempo en subir, a pesar de que ya había sobrepasado mi límite, y cuando lo hice, sintiéndome un poco mareado, todos estallaron en gritos de celebración.
—¡Joder, éso fue épico! —Me felicitó Léon al acercarse a mí, seguido por Jane, quien me tendió un fajo de billetes. Negué, y tomé el vaso que mi amigo me ofrecía.
—No lo necesito. —Me encogí de hombros, antes de dar un gran trago a lo que ahora sabía, era tequila—. Divídelo entre los demás. —Ella me miró embelesada, y le guiñé un ojo. No sabía qué era lo que la hacía mantener esa extraña fijación que tenía conmigo, es decir, era ilógico que aún albergara alguna esperanza de que algo pasara entre nosotros, ¿verdad?
Después de tres años sin haberlo hecho, no podía esperar que me fijara en ella cuando se estaba comportando como una maldita bastarda con mi mejor amiga.
—Por supuesto, Axx, ¿qué harás esta noche? —Mordió ligeramente su labio inferior, en un intento por verse sensual, pero yo conocía demasiado bien sus trucos como para caer en ellos.
—Voy a cenar con Brooke, en Anubis*. —Agrandé mi sonrisa para mostrar lo feliz que me encontraba por ello. Anubis era mi restaurante favorito, y la cuenta corría de mi parte ésta noche por no haber podido asistir al almuerzo de Brooke, quería compensarla, y sabía que un poco de tiempo de calidad entre nosotros la haría muy feliz—. Y por cierto, Jane, linda, te agradecería si no me llamaras de ésa manera. —Hice una mueca a modo de disculpa—. Sólo mi chica puede decirme Axx. —Su gesto seductor cayó, y casi pude escuchar su corazón romperse, pero ése era exactamente mi objetivo.
El karma existe, y el de mi bombón rubio tenía nombre y apellido.
Axxas Bradley.
Considerando que mis limitaciones genéticas no me permitían golpearla como usualmente haría con cualquier idiota que molestara a mi chica, algo tenía que hacer para poder generar un efecto similar.
—Claro, no te preocupes. —Sonrió con malicia—. Por cierto, Axxas, me gustaría preguntarte algo. —Levanté una ceja, a la expectativa.
—¿De qué se trata?
—¿Es cierto lo que se escucha por los pasillos acerca de tu novia? —Bufé ante su sarcasmo. ¿Es que acaso ahora se iba a dedicar a desprestigiarla?
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Ain't talking about love
RomantizmCon el intimidante Marcus Dallas había cuatro reglas por seguir: Primera, no te entrometas en sus asuntos. Segunda, no te interpongas en su camino. Tercera, nunca le mientas. Y cuarta, y más importante, jamás te metas con "ella". Pero, ¿quién era "e...