Me levanté de golpe, y salí del comedor.
Caminé por los pasillos buscando tranquilizarme, porque sabía que a Morello no le haría gracia que tomara a su diminuto amigo y lo lanzara contra el suelo con toda mi fuerza.
Me encontré dirigiéndome al campo de football, y agradecí que la temporada hubiera terminado finalmente porque gracias a que se encontraba vacío, pude deambular por las gradas, con la mente muy lejos de ahí.
...
—Creo que lo entendiste mal. —Me extrañé—. Yo soy quien te protegerá de todo.
—Esa parte la entendí bien. —Asintió como si fuera lo más obvio del mundo—. Pero yo también te protegeré a ti. —La estreché entre mis brazos, y besé su frente.
—Eso me encantaría. —Suspiré—. ¿Cómo lo harás? —Delineé la linea de su cuello con la punta de mi nariz mientras ella acariciaba mi cabello. Nos encontrábamos en el césped, mirando las estrellas, pero yo cerré los ojos.
No los necesitaba para ver a la más hermosa de todas, porque podía sentirla junto a mí.
—Sé bien que tú tienes los músculos aquí, pero hay otras maneras de proteger a alguien. —Evidenció—. Tú puedes cuidarnos a ambos físicamente, pero mientras yo esté aquí, me encargaré de proteger tu corazón.
...
El recuerdo hizo que la rabia se desvaneciera, y un pinchazo de nostalgia la sustituyó.
Inconscientemente llevé mi mano a mis bolsillos y busqué mi teléfono. Hice una mueca al no encontrar ninguna notificación, pero respiré profundamente, y mis manos se aferraron a la baranda de la grada más cercana.
¿Cómo podía molestarme con él por una actitud que yo conocía tan bien?
Mi intención desde el inicio había sido mantener las cosas en calma con Axxas. Había decidido que no me metería con él, pero al parecer, él no pensaba lo mismo. Esperaba que eso no generara problemas con Morello, porque Bradley parecía tener demasiados inconvenientes respecto a lo que ocurría entre nosotros.
Y una muy buena memoria, al parecer.
Comenzaba a contar las yardas que medía el campo por tercera vez, cuando caí en cuenta de que alguien se acercaba. La escuché tomar asiento a mis espaldas, sin decir una palabra.
—Siento mucho haber sido grosero contigo, Rash. —Me disculpé después de un momento.
Ni siquiera me giré para mirarla, pero sabía que me escuchaba.
—No te preocupes, tienes razón. —Susurró a desgana—. No es asunto mío.
—No, pero estaba molesto con Axxas, no contigo. —Aclaré—. Quería dejarle en claro que no tiene derecho a cuestionarme nada, entiendo que quiera hablarlo con ella, pero yo no tengo por qué darle cuentas de lo que hago o dejo de hacer.
—Lo sé, Vojshtech y yo comprendimos hace tiempo que justificarte no es algo que te agrade. —Aceptó—. No te cuestionaba a ti, sino a Brooke. —Explicó con cansancio—. Me sigue resultando irritante no saber nada de ella.
—Creo que no debería entrometerme en esto, pero estás presionando demasiado a la chica. —Señalé.
—¿Yo? —Su voz sonaba genuinamente sorprendida, pero no me creía que nunca lo hubiera pensado.
—Tú. —Afirmé—. Sé que ninguna de las dos está acostumbrada a la compañía femenina, pero me parece que Morello está en todo su derecho de reservarse algunas cosas para sí misma si así lo quiere. No puedes obligarla a que confíe en ti bajo el pretexto de su recién adquirida amistad. La confianza no se puede exigir, Rash, es algo que se gana. —Retrocedí, y me senté a su lado, un escalón más arriba—. El recurrir a ti es algo que debe salir de ella, y créeme cuando te digo que exigiéndole que justifique todas sus acciones no vas a lograr que lo haga.
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Ain't talking about love
RomanceCon el intimidante Marcus Dallas había cuatro reglas por seguir: Primera, no te entrometas en sus asuntos. Segunda, no te interpongas en su camino. Tercera, nunca le mientas. Y cuarta, y más importante, jamás te metas con "ella". Pero, ¿quién era "e...