Después de que Lucy salió del salón, me tomó dos segundos darme cuenta de mi error.
Esto no era una buena idea.
A pesar de que la rubia no me hubiera dicho o insinuado nada al respecto, algo me decía que ella también se sentía atraída por mí. Podía notarlo en su forma de mirarme, en la manera en que había reaccionado aquel día cuando nos habíamos quedado solos en la sala de música, y en muchos otros detalles que hubieran pasado desapercibidos por cualquier otra persona.
Pero eso no la hacía candidata apta para salir conmigo.
Morello era una chica increíblemente inteligente, y estaba seguro de que ella comprendía perfectamente el término atracción, ella sería perfectamente capaz de entender que yo no estaba en busca de un romance, ni de una relación como tal, algo que a muchas chicas les era imposible digerir, pero con mis cavilaciones estaba dejando de lado un factor muy importante en la ecuación.
Morello estaba comprometida.
Aún si ella quisiera salir conmigo, dudaba demasiado que lo hiciera, no cuando estaba a punto de casarse con alguien que amaba. Lo poco que había conocido a la chica era suficiente para estar seguro de que ella no se casaría jamás por algún otro motivo que no fuera por amor, y por lo que había visto en aquel vídeo en el que jugaba con el heredero Taylor, era más que evidente que ella estaba enamorada de él.
Yo nunca había salido con ninguna mujer que estuviera involucrada con alguien más, y juraba ante Odín que jamás lo haría.
—¿Marcus? —Salí de mi mente un momento, y me giré lentamente para ver a Max, quien me miraba con curiosidad—. ¿Ocurre algo?
—No, nada. —Carraspeé ligeramente—. ¿Les molestaría si invito a alguien a tomar una copa? —Le di un gran trago a mi bebida, y comencé a jugar con mi anillo, en un intento por aparentar desinterés.
—¿Un amigo? —Carl dejó su debate con Alex para mirarme, incrédulo—. ¿Tienes amigos además de nosotros?
—¿Y quién dijo que eras mi amigo? —Me burlé con una ceja levantada. Maxi se echó a reír, divertido, pero sólo yo pude notar el ligero matiz de sorpresa que teñía su risa.
—Di lo que quieras, ambos sabemos que me amas. —Le quitó importancia al asunto—. El punto es que no creo que un amigo tuyo me agrade.
—Ella —Corregí—, ella te agradará. —Los tres me miraron perplejos.
—¿Una chica? —Respondí la pregunta de Alex con un asentimiento, ante la mirada atónita de Maxi—. ¿Estás saliendo con alguien?
—No. —Aclaré rápidamente, comenzando a perder la paciencia—. Es sólo una compañera de la facultad.
—¿La invitarás al salón?
—¿Sí? ¿Te gusta?
—Debiste consultarnos antes.
—Basta. —Gruñí, conteniéndome—. Éste maldito lugar es tan mío como de ustedes, y puedo hacer lo que quiera, sin tener que darles explicaciones de ello. —Sentencié firmemente—. No estaba pidiendo permiso ni autorización para hacerlo, porque ya lo hice. Si pregunté si les molestaba, fue únicamente para que el que no estuviera de acuerdo pudiera irse ahora mismo. —Invité, señalando la puerta.
—Tranquilo, Marcus. —El rubio parecía intimidado, al igual que Carl, quien me miraba ceñudo—. Sólo estab...
—Tienes razón. —Concedió mi mejor amigo, interrumpiéndolo—. Nos comportaremos. —Prometió, tranquilizándome.
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Ain't talking about love
عاطفيةCon el intimidante Marcus Dallas había cuatro reglas por seguir: Primera, no te entrometas en sus asuntos. Segunda, no te interpongas en su camino. Tercera, nunca le mientas. Y cuarta, y más importante, jamás te metas con "ella". Pero, ¿quién era "e...