Capítulo 33

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CAPÍTULO 33







Tal vez pensarán que es realmente difícil estudiar con Ben sabiendo la situación en la que nos encontrábamos, además del aspecto que ahora tenía que, para ser francos, le favorecía bastante. No pude concentrarme ni siquiera en clase de matemáticas, además, corrí con la mala suerte de que Alex le correspondió el antiguo salón en el que Ben había estado y, para colmo de males, Sam había sido separada de mí, por decirlo de una forma más entendible, me sentaron al extremo opuesto al de Sam.

Estaba tratando de concentrarme en las fórmulas que había escritas en mi cuaderno, pero por alguna razón me resultaba totalmente difícil debido a que podía sentir la mirada de Ben puesta fijamente en mí.

Mis sospechas quedaron claras cuando el profesor habló.

—Señor Izzon, ¿tiene algún problema con Tomas, o hay alguna otra razón por la que no deja de mirarlo? —mis ojos se giraron con lentitud para verlo. Sus ojos seguían puestos encima de mí a pesar de que ya lo estaba mirando a la cara.

—No —respondió aún sin dejar de mirarme. Rodó su labio inferior dentro de su boca y finalmente puso atención al frente.

Mi corazón aún seguía latiendo de forma increíble, estaba al borde de un colapso, simplemente esperaba que este día terminara pronto, sin embargo, era consciente que no siempre debía estar huyendo de él. En algún momento debía enfrentarlo, estudiamos en el mismo salón, vivimos en el mismo edificio, jugamos en el mismo equipo... además, todavía tengo algo que le pertenece:

Su chaqueta.

La clase continuó e hice mi mayor esfuerzo por desarrollar los ejercicios que había frente a mí. Giré la cabeza un poco con disimulo para mirar por encima de mi hombro, sus ojos nuevamente me estaban mirando. Me removí sobre la silla y terminé poniéndome nervioso con el sólo hecho de que sus ojos estaban puestos de manera penetrante en mí.

Era increíble cómo a su edad se veía bastante maduro, lo suficiente para que ya le empezara a salir barba. Dios, se la tenía que cortar algún día o terminaría por envolverme una vez más.

Maldita sea, odio ser tan débil.

La campana sonó enseguida y tan pronto empaqué mis cosas salí del salón dejando detrás de mí la completa opresión que me rodeaba casi queriendo romperme los brazos y cada uno de los huesos de mi cuerpo.

—Oye, Tomas, espera —llamó Sam detrás de mí. Detuve los pasos y esperé hasta que ella llegó a mi lado, no quería ni siquiera girar la mirada y verlo, el sólo hecho de intentar hacerlo me producía una corriente eléctrica pero sabía que no debía hacerlo.

Debo ser fuerte, debo ser fuerte, yo sé que puedo.

Mamá, Soy Gay [MSG #1] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora