Mamá, Soy Gay [MSG #1] ✔

Capítulo 45

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CAPÍTULO 45

—No pierdan la fe —nos dijo Ben poniéndose de pie de manera triunfal. Todos teníamos caras largas y nadie quería mencionar ni una sola palabra.

—Lo dimos todo. —Dijo Sam—. Pero no sirvió de nada.

—Hablan como si acabáramos de perder. Simplemente fue un mal juego —dijo Ben una vez más tratando de levantarnos el ánimo.

—Un juego que nos podría llevar a la semifinal —comentó Christian casi grosero. Me mordí el labio inferior sin saber si era prudente intentar levantarles el ánimo a los demás.

Todos estábamos agotados, habíamos estado entrenando como mulas tiempo antes de este partido, pero no parecía que fuera a dar frutos. Estaba yo también a punto de darme por vencido pero al ver a Ben tan entusiasmado y con ese deseo de ganar me era totalmente imposible romperle la ilusión. Lo miré con detenimiento unos cuantos segundos.

—Aún hay 30 minutos más de partido —dije. Todos los ojos que había en el lugar se centraron en mí y aunque fue incómodo me gustó llamar la atención—. Empatamos, sí, y quizás nuestro juego no haya sido el mejor y quizás nos la pasamos más en la parte defensiva que en la ofensiva, pero... aún queda 30 minutos más de partido y ¿Qué importa? Si seguimos como antes entonces nos iremos a pénales —Ben me observó con una sonrisa—. Sólo sé, que es muy mala idea darse por vencido sin siquiera intentarlo. Ben me enseñó eso —miré a Ben y le sonreí el cual me devolvió la sonrisa con un guiño—. Así que... —me puse de pie—. No sé ustedes pero yo quiero arriesgar todo para saber qué podemos perder.

—Ese es el espíritu —anunció el entrenador—. Y todos deberían tenerlo así, idealista y soñador. Sus triunfos han Sido gracias a ustedes mismo, a la manera en que progresan como equipo y cómo logran levantarse de las cenizas, han llegado bastante lejos a pesar de todo lo que se ha presentado, no sólo en el campo, sino también dentro de sus vidas. Las relaciones que sorprendentemente se crearon dentro del equipo sin si quiera imaginarlo, las peleas y todas las cosas que a veces, simplemente se presentaban —el entrenador tomó un respiro—. Ahora creo que no es necesario que ustedes sigan mis órdenes, porque si se lo proponen estoy seguro de que podrán lograrlo.

Todos guardamos silencio analizando por unos breves instantes las palabras del hombre. Una sonrisa apareció en mis labios. Sabía que todos estábamos agotados, teníamos calambres y no podíamos dar un sólo paso, pero nada estaba escrito aún, si podíamos ganar está vez, estaríamos seguros de que jamás algo nos quedaría difícil.

— ¡Maldición! —Comentó Christian—. ¡Qué importan los calambres! De todas maneras no hay suplentes... además, no quiero rendirme sin siquiera intentarlo una vez más. Sólo es cuestión de tener espíritu.

—Supongo que debemos esforzarnos más y atacarlos, no hay necesidad de escondernos y mostrarles miedo —Grayson tenía una sonrisa en su rostro. Sam lo miraba con ensueño casi babeando pegada a su brazo.