SINOPSIS:
Dharani Taylor, una chica de diecisiete años, aguarda su condena como prisionera juvenil en el Arca cuando descubre que varios reclusos serán enviados a la Tierra.
Llamada la "Princesa de la Anarquía", llegará a la Tierra para convertirse...
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El aire era tibio, abrumador, y Dharani no sabía si era porque la temperatura de la noche había subido o sólo era lo que Bellamy causaba en ella.
Sus manos se aferraban con tal fuerza en la camiseta de él que, si se lo proponía, podría rompérsela con sólo unos jalones.
Aquel ritmo, lento y brusco, demandante y pausado enloquecía a la castaña al mover sus labios regresando el beso, ignorando que a su alrededor todo daba vueltas, mareándola.
Estaba en el éxtasis puro, entre los brazos del moreno, besándole como si fuese el último día de su vida.
Ninguno de los dos entendía qué estaban haciendo, pero bien sabían que eso no se trataba de una obra de la razón. Ahora sus cuerpos tomaban el control de sus impulsos, y sin desaprovechar el tiempo, se devoraban con ímpetu.
Resultaba entre cómico e intrigante el como Dharani, dificultada por la diferencia de estatura, se sostenía de puntitas para alcanzar a Bellamy, pero todo eso acabó cuando él, cogiendo con fuerza los muslos de ella, la alzó hasta su cintura para que ella lo rodease.
«¿Qué estoy haciendo? Oh, no, ¿Qué estoy haciendo?».
Su fiel ―y ahora considerada un tanto inoportuna― consciencia había hecho su mágica aparición en ese momento en que la distancia de sus cuerpos se había vuelto nula, conduciéndolos a un camino sin retorno.
Dharani podía sentir las inmensas ganas de gritar de emoción producto de la forma en que Bellamy iba poco a poco adueñándose de ella, jugando con la ansiedad de la castaña al brindar de poco a mucho, y viceversa.
Y entonces, todas esas ganas de gritar se transformaron en un suave jadeo cuando Dharani sintió algo contra su trasero.
«La mesa».
Acercándose cada vez más el uno al otro, como si eso fuese posible, notaban la temperatura aumentar, ahora sin duda alguna que era producto de los desaforados besos.
Bellamy introducía sus manos por debajo de la camiseta de la chica, tanteando la espalda de ella, retozando con sus ligeros brincos producto de la sorpresa que ella sentía al ser tocada, aumentándole su ansiedad.
Las yemas de sus dedos se conocían con la piel de la chica, suave y excitable.
«Excelente para mordisquear».
Bellamy podía notar el estremecimiento que provocaba en ella cada que daba con los puntos fijos de su piel, provocándole corrientes eléctricas por todo su cuerpo, y los disfrutaba. Eso y la forma en que sus besos, húmedos y calientes, acabarían por adentrarla en las puertas del infierno.
Resultaba extraño para Dharani la forma en que no podía mantener quietas sus manos, sosteniendo con intensidad al moreno de su barbilla para no dejarle escapar o de su cabello para sentir algo de control sobre la situación.