Capítulo diecinueve: ❝En lo que nos transformamos bajo presión❞.

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―Raven Reyes llamando al Arca. Contesten, estación Arca. Raven Reyes llamando al Arca. Por favor, contesten ―repetía incesantemente la adolescente mecánica del grupo, sentada frente a su radio―. Por favor. ¿Alguien puede oírme?

―¿Tienes la frecuencia correcta? ―inquirió Monroe.

―Sí, la tengo.

Dharani suspiró, dándole una última mirada a su Caminante amigo y separándose de él para acercarse a la afligida chica.

―Déjame intentarlo a mí ―pidió, tomando su hombro para llamar su atención. Raven retiró de su cabeza el comunicador y se lo extendió a la castaña―. Gracias.

Clarke, Raven, Monroe y un chico más ―cuyo nombre la castaña desconocía― se encontraban atentos a la líder, quien parecía más nerviosa de lo usual.

Dharani cogió el comunicador y se lo colocó en la cabeza, apoyando luego sus dos manos en la mesa del lugar tal como si estuviese jugando al policía bueno y el policía malo.

Adivinen cuál era ella.

―Dharani Taylor a la estación Arca. ¡Contesten! Estamos aquí en la Tierra, el lugar al que ustedes nos enviaron sin ningún maldito buen comunicador o equipo médico de verdad. Tenemos a alguien herido e intentamos salvarlo aquí, así que muevas sus traseros del Consejo, ¡Y contesten!, ¡Dharani Taylor a la maldita estación Arca, contesten!

―Dhar, Dharani ―la detuvo Clarke, tomándola por los hombros para tranquilizarla. Recibió una mala mirada de respuesta―. No creo que esa sea la forma.

―Lo sé.

―¿Y entonces por qué pediste el comunicador?

―Qué se yo ―espetó―. Estoy de mal humor y no es mi culpa. Mejor culpa a Raven que me cedió el micrófono con el casco ese ―gruñó, quitándose el comunicador y entregándoselo―. El Caminante está ahí sin abrir sus irritables ojitos y afuera tenemos una gran tormenta. No podremos comunicarnos con el Arca a no ser que esta tormenta se controle un poco.

«Y las mejores terapias siempre dicen que no hay que guardarse nada adentro. Yo decidí liberarlo ahora, ¿Hay algo malo con eso?, ¿Eh?».

Clarke, entrecerrando sus ojos al verla actuar bajo su mal humor, hundió su entrecejo. Entonces lo comprendió. Dos líneas rojizas reemplazaban el borde de sus parpados junto con sus cansados ojos.

―No haz dormido bien ―expresó, ganándose una sonrisa de la chica.

―Lo sé, ¿Y sabes lo que la falta de sueño le hace a la gente? La enloquece ―emitió, justo antes de lanzarle una fulminante mirada―. ¿Sabes qué más enloquece a la gente? Que los envíen a hacer complicadas tareas de las que no tienen idea. En serio, ¿Por qué me dejaste curando a Finn? No sé nada sobre medicina. Podría matarlo.

¹𝐐𝐮𝐞𝐞𝐧 𝐨𝐟 𝐀𝐧𝐚𝐫𝐜𝐡𝐲 ↠𝐁𝐞𝐥𝐥𝐚𝐦𝐲 𝐁𝐥𝐚𝐤𝐞.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora