SINOPSIS:
Dharani Taylor, una chica de diecisiete años, aguarda su condena como prisionera juvenil en el Arca cuando descubre que varios reclusos serán enviados a la Tierra.
Llamada la "Princesa de la Anarquía", llegará a la Tierra para convertirse...
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Flashback.
El cuerpo de Dharani se estremeció por milésima vez, a tal punto que no era consciente de nada más que la sensación de John aprisionándola contra su cuerpo, enloqueciéndola a besos.
Su percepción espacio-temporal fallaba al no sentir absolutamente nada más que a él, apenas recordando que seguían en aquel cuarto oscuro a mitad de la madrugada en la prisión juvenil.
Su mente era un total desastre, o lo había comenzado a ser en cuanto percibió sus pies abandonar el suelo para elevarse, dejando ahora bajo sus glúteos el escritorio metálico que la igualaba en estatura con su novio.
Aquel escritorio que la recibía, dejándola a merced de su primer amor, el cual entre demandantes besos iba recostándola en la mesa.
Súbitamente, un jadeo se escapó de sus labios cuando arqueó su espalda, brincando por el frío metal que acariciaba su piel desnuda. Y una vez que intentó rehuir de éste, Murphy se inclinó sobre ella, entregándole la tranquilidad necesaria.
Románticamente sus labios se encontraron una vez más en aquella noche, causando que cualquier pensamiento de la castaña fuese expulsado de su cabeza, dejando como único inquilino allí arriba a Jonathan Murphy.
La respiración de la chica se tornó larga y agitada, excitándola a medida que las prendas que ambos usaban iban desapareciendo entre mimos desaforados y sonrisas traviesas.
Incorporándose, Dharani se apresuró y ayudó a su novio a retirar la molesta camiseta que él usaba, dejándole entrever en ese pequeño gesto sus temblorosas manos.
Estaba ansiosa de poseerlo y, al mismo tiempo, asustada. Y John lo notó.
Apaciguando su aprieto, Dharani permitió que él atendiese cada centímetro de su piel, abriendo su boca en ahogados suspiros cuando las tiernas caricias que recibía viajaban como cosquilla por todo su cuerpo.
Si esa era la definición de "sentirse amada", Dharani prometía quedarse así con él para siempre.
Cada cierto tiempo, Murphy sonreía contra la chica entre besos cuando la descubría relamiéndose los labios, probándolo.
Y como buen novio, él le consentía cada necesidad uniendo sus bocas en una nueva danza de amor.
De pronto, cuando la última prenda salió disparada por el aire para dejarlos justo como Dios los mandó al mundo, el ojiceleste se apartó cortos centímetros para estudiarla detenidamente.
Observó la silueta de la chica, memorizando la curva de reloj muy sutil que se marcaba por su cintura como metáfora para su cuerpo. Su piel era brillante, de seguro por el reflejo de la Tierra iluminándose en ella.