Capítulo 5. Tu alma es de color azul.

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Lenox 

 Presente

Dion y yo nos miramos mientras en un patético intento de normalidad y calma, tocamos el timbre frente a la puerta de los Leunam. Cuando despego mi dedo pulgar del botón se escucha un grito dentro. Al instante se le descompone la cara a Dion, aterrada. La aparto y con un hombro empujo la puerta con fuerza. Está se abre y doy un traspié pero Dion me sostiene a tiempo para no caer. Sus labios se presionan en una línea de preocupación mientras que con mi dedo índice le señalo que haga silencio, ella asiente repetidas veces, nerviosa.

Todo en esta casa es rustico, el color café se asienta en las paredes tanto como en los muebles. Hay un tapete que se extiende a lo largo de toda la sala principal color naranja chillón. Mi nariz se frunce, es un color que repelo.

A la derecha están las escaleras, que sé bien, van hacia la planta superior donde se encuentran las habitaciones de Brooke y Bowie.

Nos abrimos paso por las escaleras y decido ir primero a la puerta de Brooke. Ya frente a esta, antes de tocar el pomo de la puerta escucho a Dion respirar pesadamente, le dirijo una mirada de soslayo para tranquilizarla. La puerta cede y emite un chirrido agudo, dentro podría haber unas cuatrocientas blusas y faldas regadas por doquier en todo el piso de la habitación. Hay tantas prendas que quizá cubran todo el color rosa que contiene la habitación de Brooke. Esta misma me sorprende cuando sale como si nada del cuarto de baño, voltea hacia nosotras con el cabello envuelto en una toalla y vistiendo vaqueros negros junto con una delicada blusa rosa de tirantes.

—Lo siento, acabo de despertarme. —Nos mira desorientada dando un respingo—. ¿Qué está ocurriendo? ¿Son esas espadas, en tu espalda? ¿Iremos a algún tipo de convención?

—¿Dónde está Bowie?

—¿De qué hablas? Le dije que fuera a abrirles la puerta. Está abajo —Pasa sus ojos de Dion a mí—. Oigan en serio que...

Sonido de vidrio roto apaga la voz de Brooke, y después todo se sumerge en silencio.

—¿Qué está pasando? —Con solo ojear una mirada a Brooke con severidad esta se calla.

—Esperen aquí —susurro. Tras de mí, Dion luce agitada y Brooke sigue desconcertada.

Cierro y atranco la puerta antes de bajar con cuidado las escaleras. De nuevo en la sala de estar, observo que algunos de los muros están envueltos por cabezas de animales disecadas. Que desagradable. El señor Leunam cazaba por estos bosques, me lo había contado Brooke y cuando vine a esta casa por primera vez lo confirme. Que estupidez más absoluta. Y ahora siento como si tales animales me vieran deslizarme a través de la casa.

Paso por encima de la alfombra ridícula y salgo a un corredor minúsculo, al final de este se encuentra la cocina. En ese momento siento otra presencia en la casa. No una, sino dos.

Avanzo, ya sin preocuparme de si hago ruido o no. Camino con mayor decisión.

En la cocina las paredes amarillo mostaza me distraen, sin embargo no término de admirarla porque me obstruye la vista una isla en medio del cuarto. Levanto la vista, la ventana por encima del lavatrastos está destruida. Camino hacia ella por la derecha y es cuando observo que una cabeza sobresale de por debajo de la isla. No podía verla antes porque me encontraba viendo todo en forma inclinada. Oh por dios. ¿Es Bowie? Siento a mi sangre drenarse de mi cara. Me acerco despacio, más por la impresión que por otra cosa. Mi amigo esta inconsciente en el frio suelo. Advierto a su alma latiendo, pero débilmente. Me arrodillo y noto como un pequeño hilo de sangre mana de su cabeza.

Prisioneros del truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora