Lenox
Presente
El grupo de ogros se aglomera a nuestro acecho al final de la calle mientras que a unos metros al costado derecho de donde presumo es la base principal, se encuentra el restaurante Santiago. No percibo la presencia de Ellioth viniendo de ningún lugar, más sin embargo mantengo la esperanza se debe a que con tantos seres pululando, no soy capaz de reconocer la singularidad de ninguno. Y un poco más cerca de nosotros, aun en el callejón con una expresión atónita, están Dion, Brooke y Bowie.
—Bien. Es momento de poner a trabajar a tu demonio, ya sabes... idear un plan para salvar nuestras vidas —dice Evan en susurros. Giro a verlo y rio. El me mira como si me estuviera saliendo una segunda nariz.
—La idea es que saques a tu am... —Trato de recordar su nombre—. Carlson de aquí. Llévala con mis almas y luego quiero que me traigas de vuelta un arma.
Evan si quiera me responde en afirmativo, solo sale adelante, toma a Carlson y se aleja. No le toman ni cinco segundos llegar a mí y poner el arma en mis manos.
Los ogros no avanzan. ¿Por qué no avanzan? Órdenes. Maxim debe estar observándonos.
—¿No es esto fantástico? —Una voz masculina retumba a lo largo de la calle—. Dos de mis hermanos viniendo a visitarme. Seguro no sabían que Guerra estaba cerca, pero en fin, Lealtad nunca fue muy inteligente y en cuanto a ti... —Maxim sale de entre las filas de los ogros, con el aspecto lleno de frialdad en sus ojos rojos, como si no tuviera un alma y como si no le preocupara eso en absoluto—. Bueno tú, Sabiduría, después del lio que causaste en la ceremonia del Solemne al tomar tu boba decisión, no creo que muchos consideren que tus actos tengan mucho sentido, ya que al venir aquí firmas tu sentencia de muerte.
Solo parpadeo. La Guerra siempre ha sido orgullosa, ambiciosa y sobre todo tonta. Puede ser un estratega letal, pero mi demonio es superior al suyo y él lo sabe. ¿Por qué está actuando como si ya hubiera ganado? Tengo la respuesta en mis labios pero necesito rescatar a Ellioth y luego sacar a todos de aquí.
—Pensé que conquistarías una ciudad algo más grande que esto —murmura Evan. ¿Qué está haciendo? Le cortare la lengua si sigue provocándolo. Guerra se vuelve más sanguinario cuando es provocado—. Aunque tú tampoco fuiste muy listo nunca.
—Habla el que está de pie y seguro metido en una alianza con un león que bien ya puede darse por muerto. —Mi expresión no decae en enojo si no que pasa a ser de aburrimiento. Evan se tensa a mi lado—. ¿Una hija del infierno y el cielo, con cicatrices? Eso suena para mí como debilidad.
—Quiero que busques un medio de transporte grande, en toda la maldita ciudad si es necesario, para sacarnos de este infierno —ordeno a Evan en voz baja y tranquila—. Ahora mismo Lealtad.
—No te dejare pelear sola —responde entre dientes.
—No lo harás. —Giro a ver a Coronel. Le doy el arma que me dio Evan hace unos minutos—. ¿Soldado?
—Exmilitar. Tres años —responde.
—Apuntas a todo lo que quiera entrar a ese callejón. —Se lo señalo—. Y te quedas detrás del auto todo el tiempo.
—¡¿Están acaso ignorándome?! —grita Maxim al otro extremo.
—No tengo tiempo de quedarme a escuchar tus palabras —hablo sínicamente—. ¿De qué serviría alimentar a mis oídos con tal aburrimiento?
—Vas a suplicar. Al igual que como le suplicaste a Miedo. —Cree que me afecta. Y muy en el fondo, lo hace. Pero tengo mejores cosas en que pensar, como lo son mis almas. Regreso mi mirada hacia Evan, esperando que siga mis órdenes, con esto termina cediendo.

ESTÁS LEYENDO
Prisioneros del trueno
FantasyEn la era del sol y la luna, de la batalla del fénix y el león nace una profecía. Esta batalla legendaria está destinada a repetirse cientos de milenios después, en donde las rencarnaciones Sastian, el fénix, y Lenox, el león deberán enfrentarse. D...