Capítulo 22. Atentado de secretos.

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Sastian

Pasado

Mi amor, otro año sin ti. Mi Poema se ha escrito mil y un versos más en ella durante mi ausencia. Nueve años de nuevas palabras en su corazón, de las cuales yo no he tenido permitido leer. He sentido que estoy siendo cazado por sus fantasmas, que mi ser es invisible sin su presencia. Yo mismo me busque esta perdición, la gloria no valía nada si no tenías con quien compartirla.

A lo largo de estos años ambos nos habíamos vuelto más letales. Observaba sus batallas sin falta, y gracias al Sol, nunca nos tocó pelear tampoco en este tiempo. Lilith nunca vino a mí para reclamarme. Evan se distancio, aunque él aparentaba lo contrario al sonreírme falsamente a lo lejos durante las comidas en el Kosmos. Anya era la única que se quedó. Ahora ella era una amiga cercana. Otros me hablaban por lo popular que aquella pelea fatal me había vuelto, pero se sentía erróneo conversar con ellos después de provocar tanta tristeza. Y Lenox... ella si quiera volteaba en mi dirección. Cumplió con su promesa. La única memoria intacta que tenía en todos estos días y que atesoraba de ella, era de cuando Alekhya y ella hacían que Zafiro se llenara de lluvia eléctrica, entonces los relámpagos resplandecerían toda la noche fuera de mis cortinas, y los truenos arrullarían mi dormir.

Un trozo de pan golpea directo a mi nariz. Me quejo enseguida.

—¿Qué demonios, Bell?

Él ríe sin gracia alguna.

—Estabas fuera de sí. Te encontrabas unos mundos a la distancia —dice. Tal vez me encontraba en el mundo de Lenox.

—Lo que sea —murmuro enfocándome en mi vino rojo.

Bellamy era uno de mis hermanos. Hace aproximadamente cinco años cuando sentía una total perdición a mí alrededor, él se acercó y nos volvimos amigos. No era muy agradable, pero su compañía me hacía sentir menos solitario. A pesar de que muchos me hablaban no era igual ya que ellos solo eran conocidos.

Él era serio, pero siempre escuchaba con atención todo lo que tuviera que decir, y eso lo volvía un verdadero amigo. No hacia preguntas tampoco, lo cual agradecía. Y también tenía algunos puntos extras a su favor por su poder ya que me hacía sentir tranquilo. El poseía la habilidad de anular los poderes de quien estuviera a su alrededor, y para vaya ironía, su demonio era la soledad. Parecía una completa broma. La soledad me hacía sentirme menos solitario. ¿Eso tenía sentido? No. Ya nada tenía sentido en esta tierra rota.

—Me pregunto, ¿cómo pasó el tiempo tan rápido?

El muerde una manzana y la mastica lentamente antes de contestarme.

—Yo tampoco tengo idea alguna. ¿La buena noticia? Oh, espera, no hay ninguna buena noticia. Solo estamos un poco más cerca del final.

—Si quiera necesito imaginar lo que el Solemne nos hará.

—Nos hará querer asesinarnos entre todos, eso es lo que causará en nosotros. Simple. —Se encoge de hombros. Él era tan indiferente, a veces me recordaba a Evan.

Por lo menos no desperdicie los años pasados siendo solo miserable. Mantuve mi promesa a Lenox, traté de averiguar su naturaleza. Si ella no era una descendiente, debía ser algo más, y yo quería ayudarle a saberlo. Así me odiara o no. Lamentablemente aún no tenía éxito en ello.

—¿Averiguaste algo más de nuestro asunto?

Bellamy conocía a casi todos aquí. Por lo cual él preguntaba lo que yo quería saber y luego me lo contaba. No le dije nada acerca de Lenox, pero le conté lo suficiente para que me informara acerca de algún tipo de archivo que se mantuviera de todos nosotros.

Prisioneros del truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora