Lenox
Presente
Mi plan era ridículo, pero era mejor que nada. Solo si mis sentidos estaban en lo correcto podría lograr esto. En lugar de esperar a que nos siguieran, nosotros fuimos detrás de ellos. Evan y yo nos encontrábamos ahora esperando a que arribaran.
Llamo a mis espadas y enseguida siento el peso súbito tras mi espalda, las desenfundo y las conecto para formar una sola, Evan por su parte hace lo mismo con el sable que había elegido hace tantos años en el Kosmos para su primera batalla.
El silbido del viento nos escoce los oídos mientras esperamos alertas. Mi largo cabello vuela por todos lados aun con mi cola de caballo en lo más alto. La electricidad se siente al borde de mi piel y mis truenos gruñen, ansiando poder salir para extenderse sobre los cielos.
—Piensa que son solo pesadillas —susurra Evan a mi lado.
Giro a verlo prestando atención a sus rasgos, su cara angulosa parecía haber sido forjada por el acero más letal, de no ser por su cabello y sus ojos, me hubiera recordado a Sastian todos los días por su parecido.
—Si sucede algo...
—No va a suceder nada —termina él.
—Pero si lo hace, promételo —mascullo, él me presta su atención con ojos cansados—. Promete que los llevaras lejos y los cuidaras hasta el final.
Sus ojos parecen tardarse años en recorrer mi rostro mientras una triste irritación lo invade.
—No —murmura para girarse de nuevo.
Mi temperamento estalla y con un solo movimiento entierro mi espada en la tierra y me muevo para estar frente a él, pero como es más alto, solo mira por encima de mí.
—Mírame —ordeno.
—Llegaran pronto. No te comportes como una niña ahora.
—Mírame.
—No lo hare. Regresa a donde estabas.
—¡Mírame! —Se exaspera y cierra sus parpados para suspirar, cuando los abre está viendo directo a mis ojos.
—¿Qué?
—Promételo.
—Dije que no —exclama enfadado—. Porque no va a sucederte nada, no voy a dejar que te pase nada. Así que deja de actuar como si así lo fuera.
—Evan...
—Ya perdí a Sastian, sé que crees que te perderé eventualmente también, pero no ahora, no así. —Bufa rascando su frente—. Estarás a salvo, saldrás ilesa y ambos podremos ir al sur para la batalla final.
Pobre Evan, destinado a perder a todos. Otro más dañado en esta tonta guerra. No digo nada más porque no sé qué decir así que coloco mi mano en su pecho, donde nuestra alianza latía, y concentro toda mi energía. Mi demonio se extiende, haciendo un círculo imaginario rodeándonos. Advierto el tintineo de las hojas en mi pecho al sacudirse por la potencia de nuestra esencia.
—No me perderás Evan, siempre que mires a la luna, siempre que escuches un trueno, siempre que un relámpago te ilumine la cara, siempre que escuches el rugido de un león, yo estaré allí, presente —susurro.
—El problema es, Lennie, que no quiero ninguna de esas cosas presentes, si no a tu alma.
Antes de que pueda reaccionar, una presencia nos inunda. Me muevo rápido y voy hacia mi espada, extrayéndola de la tierra.
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Prisioneros del trueno
FantasyEn la era del sol y la luna, de la batalla del fénix y el león nace una profecía. Esta batalla legendaria está destinada a repetirse cientos de milenios después, en donde las rencarnaciones Sastian, el fénix, y Lenox, el león deberán enfrentarse. D...