Capítulo 9. Huye mientras sea de noche.

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Lenox 

 Presente

Ando entre los pasillos de la escuela después de clases, los cuales están ya vacíos. Mis zapatillas resuenan en el piso, traqueteando con cada paso que doy. La mayoría de los humanos aquí salían corriendo como estampida de toros en cuanto sonaba la campanilla que avisaba el término de las clases. Juro por el Dios de las lunas que debían odiarla. Incluso Dion que era estudiosa se quejaba la mayor parte del tiempo. Brooke era otra historia, ella prefería no hablar de la escuela nunca, y Bowie, bastaba decir que por algo era hermano de Brooke.

Estoy a punto de tocar el pomo de la puerta de salida en lo que escucho un ruido estridente al final del pasillo a mi derecha. Dudo al principio pero luego me encamino hacia allí. Recorro el pasillo y cuando abro la última puerta, un muchacho nervioso hincado en el piso, claramente recogiendo su desastre, me devuelve la mirada con semblante asustadizo. Es Ellioth. Una de mis cuatro almas. No había tenido el tiempo para acercarme a él ya que era tímido y solía tartamudear. Era un lio al tratar de relacionarme con él por su timidez.

—Yo... yo lo lamento. ¿La profesora te envió a supervisar... me? —pregunta con temor en su voz.

Miro hacia lo que está recogiendo y noto que hay unos cuantos atriles caídos junto con cientos de hojas rellenas de partituras, este debe ser el salón de música. Me aproximo hacia él mientras me mira en desconcierto. Luego me arrodillo y le ayudo a recolectar las hojas. Cuando comienzo, él parece desorbitado pero después de vacilar me sigue la corriente. Cuando apilo más y más, levanto mi vista hacia él. Jamás había estado tan cerca, supongo que no le había dado el tiempo suficiente. Lo había observado desde lo lejos, y no me había podido figurar por qué él no iba a partir con el sol rojo cuando todas las almas fueran perdonadas. Justo como me lo había preguntado con el resto de mis otras almas. Ellioth a simple vista parecía un chico dulce y distraído. Creo que Evan le hubiera llamado el chico dorado. No sé cómo explicarlo, pero creo que es algo que Evan diría, y en cuanto a Ellioth, él tenía ese aspecto de chico de verano.

—Así que ¿tocas algún instrumento? —Decido al fin hablar.

Deja de juntar sus papeles y mira directo hacia mí, sonrojándose. Dioses, ¿él era siempre tímido? ¿Por qué? Era atractivo, en una manera tradicional, debería ser más seguro de sí mismo. Pero yo misma sabía que el exterior no lo era todo, aunque para algunos humanos como Brooke era todo lo contrario. No obstante en cuanto más daba a notar su personalidad, más me daba cuenta de porque Brooke estaba obsesionada con él. Ella me acababa de conocer recientemente y ya me había señalado que Ellioth Santiago era su propiedad. En fin, llegue a entenderla, era simple, él era un chico trofeo, era apuesto, dedicado y no parecía compartir la escases de cerebro de los chicos humanos de su edad. Decido sacar mis pensamientos a la luz ya que parece que no va a contestar mi pregunta inicial

—¿Por qué te sonrojas?

—Yo... yo no. Yo sí. —Trata de formular. Termina por rascarse la cabeza dándome una sonrisa pequeña, luego suspira dándose por vencido.

—¿Estudias música?

—Yo... yo no toco ningún instrumento. Mi padre no quiere que lo haga, él era músico y no resulto para él, así que acabó... acabó poniendo un re... restaurante. Ahora piensa que es una pérdida de tiempo. Y me ofrecí a limpiar después de clase para... no sé exactamente para que... pero... pero así fue. —Da una risa nerviosa—. En cuanto a tu segunda pregunta es solo que... no lo sé... eres... pareces salida de una película clásica.

Prisioneros del truenoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora