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Tesla

Bien, esto es ridículo. No sé qué mierda se me cruzaba por la cabeza cuando le dije a Willow que olía bien.

Tengo que tener algo malo en mí. Eso de ser sincero y no tener filtros al hablar tiene sus contras. Podría ser incluso un defecto.

¿Ser sincero es defectuoso?

Pero, es que, decirle a alguien que huele bien, que su voz es bonita o que quieres verle no debería ser raro. Ni malo. Incluso si un chico se lo dice a otro chico.

Porque... ¿por qué estaría mal?

O sea, ¿por qué debería tener otro sentido?

Por alguna razón siento que algo no funciona como debería conmigo cada vez que hablo con Willow. Se me salen las boberías sin mucho esfuerzo y tengo el deseo constante de querer darle un rostro a su voz y un cuerpo a cada una de sus palabras.

¿Así se siente realmente hacerte amigo de alguien sorprendente?

Luego pienso en cómo me hice amigo de "F" y en lo genial que fue encajar todo lo extrovertido que es él con cada cosa simplona que tengo yo. Es como si él me salvara de morir en el aburrimiento y el gris de la vida y yo le salvara de hacer demasiadas tonterías.

Luego pienso en Willow. Y pienso que en cierta medida se asemeja a la forma en la que veo a "F". Ambos son importantes, pero en algún punto ellos divergen. "F" es como el hermano con el que hago cosas estúpidas, y Willow no siento que sea como mi hermano, pero sí que hace que mi cerebro se sienta estúpido.

Bueno, supongo que si es así no está nada mal. Y en especial si es de Willow, porque pienso que él lo vale. Eso de entorpecerme, quiero decir.

Porque él es importante.

Porque yo soy importante para Willow.

Porque somos amigos, y los amigos tienen que hacerte sentir de alguna forma. Y así me sienta torpe o no con Willow, me agrada.

Con él es agradable incluso cuando nos quedamos callados.

Yo: ¿Willow?

Cierro la puerta que da entrada a los baños y le pongo seguro. Comienzo a mirar bajo la puerta de cada cubículo hasta que veo sus pies bajar del asiento del último retrete, así que me detengo ahí.

Willow: Estoy aquí —responde.

Yo: Así parece.

Él se sienta en el suelo y yo hago lo mismo, tal y como lo hicimos la vez anterior.

Es la misma hora.

Es el mismo lugar.

Somos las mismas dos personas encerradas aquí, y me sigue pareciendo increíble que de verdad estemos haciendo esto.

Esta vez es Willow quien está escondido ahí dentro. A mí me toca merodear aquí afuera.

Willow: No vas a creer qué me ha sucedido ahora —dice con tono afable.

Yo: ¿Qué ha sido?

Willow: He ganado una barrita de chocolate gratis en la cafetería.

Yo: ¿Ah sí?

No puedo evitar sonreír. El solo hecho de imaginármelo emocionado cuando se ha ganado esa barrita me provoca gracia.

Willow. Sí. Ten. —Saca su mano bajo la puerta y me pasa la barrita—. La he guardado para ti. Pensé que tal vez te gustaría.

Extiendo mi mano y cojo la barrita de chocolate. Cuando Willow la coloca entre mis dedos noto que su mano es más pequeña que la mía y que tiene una pequeña cicatriz en uno de sus nudillos de la mano derecha.

El universo que llevamos dentro (En corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora