ANDREY KOSLOV

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Mi nombre es Andrey Hendrik Koslov, tengo dieciseis años y soy el hijo de Sergueiv Koslov, una figura sumamente importante en mi país: un político y destacado empresario que ahora sirve al Estado como canciller.

Como el menor de los Koslov, soy en apariencia un brillante estudiante de un prestigioso instituto educativo privado, también me destaco como un talentoso atleta y suelen decir de mí que soy un muchacho muy reservado, serio, responsable y muy dedicado en todo lo que hago. No podría ser menos; siendo hijo de tan prominente ciudadano. Pero la verdad es que esto es sólo una fachada, una gran mentira que como toda mi familia me corresponde mantener. La verdad es sórdida y compleja, completamente alejada de esta vida "perfecta" que nos ha mantenido seguros por generaciones: Mis padres y yo somos vârcolacs, como se nos conoce desde tiempo antiguos en esta región, o licanos, los que ustedes llaman: "hombres lobo".

Nuestra raza es tan antigua que data de los orígenes de la humanidad misma. En la primera era, dimos principio a los primeros vestigios de lo que sería la civilización. Nos levantamos como una sociedad sumamente prospera, organizada y unida. Gracias a nuestra ciencia y sabiduría , alcanzamos grandes logros: Pasamos de la piedra y el fuego, a las máquinas y luego a las grandes estructuras y edificaciones. Además poseiamos los secretos de la alquimia y el talento y conocimientos para las artes místicas. Todo ello nos elevó a ser los grandes conquistadores, los líderes de la humanidad. Pero nuestra ambición y orgullo nos cegó, y en un punto olvidamos nuestra condición de hombres y anhelamos ser dioses. Supongo que de allí surgió nuestro castigo.

Pero aun degradados a la condición de bestias, prevalecimos a nuestra humillación. La esencia de lo que fuimos nunca se extinguió del todo y fue lo que nos ayudó a adaptarnos, a aceptar lo que somos hasta punto de tornar en bendición nuestra maldición. Ser mitad hombres y mitad bestias no acabó con nuestro orgullo, por el contrario aprendimos que ahora eramos más fuertes y seguimos siendo superiores a los que nos rodeaban. De allí que la primera manada se convirtió en la primera Jerarquía, el primer Orden. Luego surgieron el segundo y tercer orden, los clanes, y los ancianos. Los últimos fueron los creadores de las leyes y de toda la estructura de nuestra sociedad. Mis padres son orgullosos descendientes directos de la Primera Jerarquía: El clan de Valged Hundid, uno de los pocos clanes del primer orden. Esto quiere decir que soy un licano de "sangre pura", y un alfa; ya que algún día ocuparé el puesto de liderazgo de mi padre.

—¡Andrey! ¿Dónde estás metido?

—¡Aquí, papá!

Esa tarde en particular me encontraba en la piscina. Estábamos pasando por una agobiante ola de calor bastante rara para el clima común de mi país. Estaba con mi "asistente" y mejor amigo, Mihkel. Mi padre siempre que llegaba del trabajo lo primero que hacía era buscarme para darme un beso. Asi que al verlo llegar, salí del agua para darle la bienvenida a casa.

—¡Papá!

Le abracé. Él me sujetó y me dio un tierno beso en la frente.

—¿Qué tal tu día? ¿Ahogando el calor un rato?

—¡La única forma divertida que encontré de pasar la tarde! ¡No tengo ganas de más nada!

—¿Y los deberes?

—Bueno... En un rato subo...

—Andrey, ¡lo primero es siempre lo primero! Luego puedes malgastar el día en lo que quieras.

Mihkel también salió de la piscina. Se acercó hasta nosotros e inclinó la cabeza con respeto para saludar a mi padre.

—¡Mi señor! Espero haya tenido un día provechoso...

"El Abrazo de la Luna" - Historias de LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora