Parte 7: Como de telenovela

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***video del soundtrack de la novela MI GORDA BELLA, ¿quién la vio? jaja

Era la primera vez en mi vida que no quería adelantarme los capítulos ni saltarme las partes de los demás actores. Sólo quería que todo siguiera su curso, vivir cada minuto aunque él no estuviera físicamente. Y lo digo, sabiendo del rubro. 

Desde chica que veo telenovelas. Es decir, no había nadie responsable que me diga "sos muy chiquita para andar viendo estas telenoveluchas". Mi mamá veía desde su habitación mientras la ordenaba o se ponía a contar su dinero de la inmobiliaria y yo, desde el comedor. Recuerdo que si pasaba algo interesante, como una declaración o chusmerío barato que podía arruinar la relación de los protagonistas, iba corriendo ansiosa dando risotadas por toda la casa hasta donde estaba mi mamá y decirle "¿viste lo que acaba de pasar?". En ese sentido nos llevábamos bien pero con los años, comencé a albergar un resentimiento hacia todas las novelas. 

Al principio comencé abandonando las novelas cuando estaban por la mitad, justo en esa etapa  donde se amaban pero uno de los dos estaba comprometido, no de novio, sino a dos pasos del altar y con negocio familiar oscuro y secreto, traiciones, maldades hacia la pobre e ignara protagonista que luego se vuelve rica y poderosa con hambre de venganza pero aún una tonta enamorada que se quedó con el hijo, fruto del amor no correspondido y bueno... ya después, ni siquiera me molestaba en ver el final y para el colmo, ahora, si estoy en mis días donde la cursilería despierta, busco en YouTube solo las escenas de la novela donde están juntos. 

Ahora, podía ser la más tonta de todas pero saber que en dos días tendría una cita con Agustín ¡me traía loca! Sería el sábado a la noche en Puerto Madero, un lugar hermoso, lleno de barcos, brillo y restaurantes caros. Él insistió y si no pude negarme fue porque soñaba con una foto de los dos juntos en el Puente de la Mujer. 

Nos encontraríamos en la puerta de la facultad. Sisi... no quería que pase a buscarme por mi casa. Mi mamá no es una buena anfitriona y seguramente lo castraría antes de entrar o, me haría pasar papelones.

Fui con Pao y Ceci de compras para ver qué vestido me pondría ya que Lay revisó todo mi placard y les dijo que era un desastre y lo más romántico que tenía era un remerón de corazones que, suelo usar para trabajar. 

Aunque se la pasaron recriminándome desde el grupo de chat cómo mi vestimenta fue decayendo en default, debo admitir que tengo unas amigas que saben repartirse las tareas. Trax se encargaría de maquillarme y de peinarme. Lay no pudo hacer mucho más que criticar mi ropa y opinar qué me quedaría bien porque, tenía una cena con la familia de su ya prometido y aunque no quería admitirlo estaba más que nerviosa. Era interesante que no se dejara ayudar, "todo lo tenía bajo control" aunque cuando estuvo conmigo me uso de ensayos para ver cuál era la mejor forma de saludar a sus futuros yernos. 

- Hola, hoooola, aló, ¿cómo estaaaá, señora Li? Ni hao - olvidé decirles que el prometido de Lay es japonés y Layla no se le ocurrió mejor idea que imitar el saludo.

- ¡Salame! eso es chino. En japonés es konnichiwa.

- ay sisi... - se lleva las manos para restregarse con un fuerte lamento la cara - no sé que me pasa.

- Solo relajate Lay, todo saldrá bien. Se aman y cuando lo noten, sus padres te amarán también. 

- Pero yo ya conozco a los padres. Los viste en la fiesta de nuestro aniversario. Solo que ahora estarán también sus abuelos y será una cena demasiado pretenciosa ya que pronto seré la esposa de mi Charlie.

Eso fue una pequeña muestra de nuestra conversación aquel día. Admito que jamás la había visto tan nerviosa, pero eso si, cuando pasamos a hablar de mi, su mirada malévola la hace olvidar de todo para empezar a darme consejos de cómo debía comportarme ante él. Como tenerlo babeando pero no entregarme de una, y dejarlo con ganas... la verdad no tenía idea de donde sacaba tantas cosas, pero temía que fuera parte de una conspiración de chicas o haya todo un mundo detrás que tuviera la más mínima idea de que existía. En fin, su "¡No seas una quedada!", fue el resumen de su charla. 

Te lo pido, quiéremeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora