- Quizás debamos dejarlo para otro momento. - dijo mirando su reloj algo frustrado.
Casi me caigo encima de Kevin luego de correr cuadras y cuadras gracias a que me quedé dormida también en el colectivo.
Resulta que la noche anterior me llamaron para un caso nuevo que entró de urgencia en el hospital y no pude negarme así que vengo de hacer un acompañamiento terapéutico allí, no sin antes pasar por mi casa, acostar mi cabeza unos instantes y quedarme completamente dormida para la Facultad. Por supuesto que me perdí la primera clase práctica del cuatrimestre y la profesora va a escracharme en la próxima clase frente a todos tachándome con una cruz.
Pero poco importaba ahora, Kevin estaba sentado en un banco debajo de un hermoso y refrescante sauce. Ya el invierno había pasado y la primavera era nuestra nueva esperanza de que las cosas podían mejorar. Sin embargo, en mi mundo eso no estaba del todo claro todavía.
- Tengo una clase en media hora y no quiero faltar.- volvió a decir. No quería sonar molesto, hasta para eso era bueno, sin embargo estaba claro que arruiné nuestro encuentro, tal como vengo haciendo desde el viernes pasado, cuando explotó todo entre los dos. Los tres, si incluimos a Lionel.
- Lo sé. Si tenés que ir, lo dejamos para otro momento. No quiero ocasionar más problemas.- dije apenada. Otra vez haciendo todo mal Malena.
- ¡Tampoco acabes con tu espíritu, mujer!- me hizo sobresaltar y despertar de la culpa interna, codeó mi brazo y sonreímos- Solo que, no creo que lo que tengamos que hablar nos lleve media hora. Pasaron muchas cosas en cuestión de tres días.
Bajé la cabeza de nuevo contemplando el vacío.
- ¿Estás enojado conmigo?- solté sin rodeos.
De reojo vi que sonrió levemente mientras negaba lentamente con la cabeza.
- No... - exhaló todo el aire contenido en sus pulmones. - ¿enojado con vos? No podría estarlo aunque quisiera. Pero- titubeó en como decirlo entonces frunció los labios, el gesto que tanto me gustaba de él- sí estoy cansado - dijo en voz muy baja y sus hombros se encogieron aún más. Era otro Kevin quien estaba de pronto al lado mío, era el niño que me contaba anécdotas de su infancia en el Hogar. - Estoy cansado de sentir esto y que quede en la nada. Que solo sea yo - y esta vez, comprendí perfectamente a qué se refería, su indirecta no me pasaba desapercibida. Quizas en otro momento hubiera adivinado que era por la carrera, sus padres o la chica con la que lo vi coqueteando el otro día, pero ahora sabía que esos no eran los motivos correctos. Había abierto los ojos y me sentí terrible. - No me pasa seguido ¿sabés?
¿Cómo es posible que le guste si soy tan... ? Él sin duda podía tener a quien quisiera.
- Soy muy tonta e inmadura.- quise justificarme de la nada, entonces sentí como la verborrea se hacía presente e iba a escupirla con ganas- Vivo dentro de un caparazón que me hace torpe al caminar. Verás, yo con Lionel, Lionel y yo... igualmente quedó en nada.- suspiré y noté que entonces si me estaba prestando atención.- Ambos no estamos preparados para una relación.
Kevin estoy tratando de que no te sientas tan mal, entendeme que no valgo la pena.
- ¿Por eso el sábado terminaste desahogando tus penas en el Bar? - asentí cabizbaja.- Ya veo - dijo analizando la situación, entonces se cruzó de brazos y dijo con enfado- Si supiera que la persona que me gusta, me corresponde, haría lo que fuera para que estemos juntos.
Yo también haría lo mismo, entonces ¿Qué cráneos me pasa?
- Yo... pensaba lo mismo, supongo. Pero la realidad es infinitamente distinta a todo lo que imaginamos. Involucrar a una persona en tu vida significa mucho. No lo entendí con Agustín, sino recién ahora con todo lo que está sucediendo en estos momentos y me siento culpable.
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Te lo pido, quiéreme
Teen FictionMalena, de 24 años, quien vive entre dos mundos: el primero por obligación, la Realidad y el segundo, Platón, donde se hallan sus agallas y amores de primaria, secundaria y ahora de universidad es decir, chicos sexys con un gran sentido del humor, i...