Parte 22: Emociones con sabor a tetosterona

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Lionel

Me sentía una porquería y un imbécil. La había hecho llorar.
Ella hacía todo por los dos, solamente no tenía que hacer nada para embarrarle, pero no, tenía que ser amigo del Facha. Sin ofender, eh.

¿A quién se le ocurre cancelar un viaje un día antes con la que se supone que es mi novia, casi prometida? ¡Vaya momento de descubrirme a mi mismo!

Pero ya no hay vuelta atrás.

Hubiera preferido que me insulte, que me abofetee, incluso que me deje sin hijos, pero lejos de eso, me entendió. Eva lo hizo. Me apoyó y me dijo que si era lo que necesitaba ella lo aceptaría.
Hasta me dio una y mil razones de por qué no es la muerte de nadie tomar una decisión así.
Ella quería que yo me sintiera mejor, pero a pesar de eso se rehusaba a pegarme un tiro.

Diría que eso fue más que suficiente para arrodillarme ante ella, pero entonces comprendí que era mucho más que una mujer. Era una santa. Era alguien que no merecía y eso me hizo sentir un ser repugnante.

Eva... ella me dijo que durante este tiempo que estuviésemos separados, interrumpiríamos nuestro noviazgo. Prácticamente me dijo que éramos libres el uno del otro y que si toda marchaba bien cuando volviera, retomaríamos la relación. 

Aunque al principio me negué, Eva insistió en que era lo mejor. Creo que se lo debía porque Malena rondaba por mi mente más de lo que quería admitir y este mes lejos de Eva podría ser una trampa. Y no, no deseaba engañarla. 

Algo me decía que ella sabía que nuestra relación había llegado a su fin pero aún así me miraba tiernamente, resignada a ver que las cosas habían cambiado. Por eso se quebró al final de aquellas palabras «Al menos recuerdame como algo bonito en tu vida»

Nos mantuvimos abrazados un buen rato. Me estaba despidiendo de toda ella, su aroma a cítrico, su cabello que olía a un rosedal de primavera, y de la energía que emanaba su cuerpo. Me despedía de toda su luz. 

Por un momento dudé de querer soltarla. Estaba tan acostumbrado a ella y la quería. La quería mucho porque además de ser mi novia era mi mejor amiga.

Rompió nuestra relación de dos años porque sabía que yo no tenía las pelotas para hacerlo, no me pidió explicaciones ni siquiera me hizo una merecida escena. Absolutamente nada.

Y acá me encontraba yo, por primera vez no sabía por donde seguir, quedaba en mi tomar una decisión, un camino que debía labrar yo mismo. Y me gustaba, joder.

Mi papá no tardó en enterarse y obviamente estaba disgustado ante mi decisión. Él adoraba a Eva y con los padres de ella, bueno su madre específicamente, habían decidido prácticamente toda nuestra vida. Ahora su padre ha de tener emociones encontradas donde sigue odiándome por cierto, pero a la vez debe estar feliz de que su hija ya no esté más conmigo.

- ¿Hay alguien interfiriendo entre ustedes? - como siempre papá directo al grano.

- No se trata de eso...

- Pero la hay, no trates de engañarme.- ¡para qué me pregunta entonces!

Dudé si confirmarlo o no, pero prefería ser sincero a intentar tapar el Sol con un dedo. Aunque a estas alturas, Malena no debe querer verme ni en pintura.

- Puede ser papá, pero ella no es la razón principal, ni tenemos nada y dudo que quiera - eso fue más para mi que para él-. El problema soy yo. Necesito este cambio, sentir que me estoy haciendo cargo de mi vida.

Se escuchó un suspiro del otro lado del teléfono. Hasta que finalmente habló.

- Vení ahora mismo, debemos hablar muchacho.

Mi enfermedad respiratoria hizo que desde la infancia me sobreprotegieran. Mi madre sufría de los nervios y verme mal hizo que empeorara. Por eso desde chico mi papá se convirtió en mi mayor compañía. Se puede decir que era mi mejor amigo aunque un mejor amigo jamás te corta las alas. Y aunque nunca fue mal padre, nunca dejó que mis ganas de explorar, de ir tras lo desconocido me supere.
Luego lo hizo ver como algo atractivo, donde otros me sirvieran era mejor que hacerlo yo mismo. Pero no. Entre mis nuevas responsabilidades conocí a Malena. Ella nunca me sirvió. Era buena trabajando en equipo pero jamás hacía todo el trabajo. De alguna manera hizo que mi palabra valiera, y aunque ella no tiene ni idea, me ayudó a recuperar la confianza que creí que no existía.

Aunque no me quiera ver, aunque me odie, yo le debía al menos las gracias. Y sin embargo, tampoco quería ser solo su amigo. Y quería que lo descubriéramos juntos. Quería más, la quería conmigo, y se sentía fatal su rechazo y peor aún, haberla rechazado yo primero.

Terminé hablando con mi padre en su oficina. Le conté todo, cómo me sentía y que por primera vez buscaba la paz conmigo mismo.

Él solo me escuchó, me sentí como un nene chiquito. Terminé hablándole de Malena y él sorprendentemente se acordaba de ella.

Finalmente se disculpó y me abrazó, aunque luego vinieron sus benditos consejos. Entre otras cosas me dijo que espere un tiempo para comenzar algo con Malena y me una cartilla con diferentes carreras para comenzar la Facultad el próximo año. Viniendo de él eso significaba mucho y lo entendía. Pero era una gran decisión y no sé si estaba preparado. Lo pensaría más adelante.

Ya no quise contradecirle, supongo que debe ser difícil para él.

Sé que me dijo que espere un poco a acercarme a Male pero simplemente no pude. Cuando me despedí de él corrí al auto y manejé hasta su casa.

Vaya que era impulsivo.

Salvo que estaba nervioso y eufórico, lo único que tenía en mente era decirle que no haría el viaje a Europa. Después podría pegarme o importarle un bledo lo que haga con mi vida, pero si ella lo sabía para mi era suficiente.


Mientras ella me miraba con esos hermosos ojos latinos que brillaban para mi, yo sentía la curiosidad de saber en qué estaba pensando. Por un momento imaginé que me comería con la mirada.
Agustín, de quién estuve secretamente celoso un buen tiempo, me decía que lo que más le gustaba era <su pasión por la vida y que se transmitía a través de su mirada. Lo enloquecía y solo deseaba no separarse de ella. > Y es cierto, debo admitirlo.  ¿ Aún así cómo engañarla luego? ... Sus ojos no eran verdes ni azules, pero si esos ojos marrones brillaban más que el Sol, te penetraban hasta sonrojarme, emanaban pasión y determinación a seguir. 

En fin hasta el día de hoy no sé qué odié más, si cuando estaban juntos o cuando él la lastimó.

Mientras veíamos una película que daba en ese momento, permaneció la mayoría del tiempo recostada en mi pecho. Me sentía en el paraíso, sin embargo cuando iba a besarla, tocaron el timbre. 

Nos quedamos un buen tiempo en esa posición, ella parecía algo desconectada y yo solo aproveché el tiempo para contemplarla. ¿Qué me hizo? No era su rostro, ni su cuerpo. Ella era normal. No era fotogénica, de hecho las que tengo juntos o en grupo, salió terrible. Y sin embargo, era perfecta para mi y yo sabía que no la merecía.

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No sé uds, pero yo lo entendí perfecto. ¡Le dijo fea!

Un voto y sus comentarios harían mucha falta por aquí, saludotes gigantes.

Te lo pido, quiéremeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora