Bueno, admito que en realidad no hubo beso ardiente. Lo imaginé y creo que por eso encontré a Lio mirando la cara de pervertida que puse en ese momento. Pero los abrazos y todo lo demás si fueron de verdad. Lo que más rescato de todo aquello fue que ver esa película juntos en el sofá, lo convirtió a él en una dulce almohada de la cuál jamás me quiero separar. ¡Puros corazones!
¡Fue tan hermoso!
Ahora que tocaron el timbre nuevamente, no fui tan tonta y ésta vez pregunté quien era.
Lionel ya se había incorporado y me siguió hasta la entrada, quiso acompañarme. La imagen de los dos yendo juntos a ver quien era me transmitió la de dos niños asustados a punto de descubrir un mundo paralelo.
- ¿Esperabas a alguien? - susurró.
- No, no tengo idea de quien puede ser.- contesté en el mismo tono de voz. Ya cerca de la puerta, pregunté con voz firme y demandante- ¿Quién es?
- Tus modales me impresionan- acotó sarcásticamente. Claro, me recordó la manera amarga que tengo de atender.
- ¿Viste? Soy única.- y le saco la lengua.
No estábamos haciendo nada malo así que aunque él me hizo seña de escapar al baño, yo le negué con la cabeza y le tomé de la mano para que me siguiera. Al fin y al cabo podía ser un ladrón y yo sola era pan comido.
- ¡¿Quién es?!- volví a preguntar con fastidio y vi de reojo a Lionel como intentaba esconder una sonrisa.
Por unos largos segundos no se escuchó nada del otro lado, hasta que alguien finalmente respondió.
- Soy yo, Kevin.- se oyó distraído.
Miré a Lionel interrogante ¿Kevin? ¿Qué hace él acá?, pero él era el menos indicado para responder y con sus brazos levantándose y su mueca de no tener idea, fueron más que suficiente. Ahora supongo que lo normal era abrir.
Lo extraño sucedió a partir de ahora.
Lionel se escondió detrás de la puerta cuando iba a abrir, creo que no quería que lo viera. Hombres... Así que abrí la puerta para que solo se viera mi cara y le sonrío como me sale aunque más sospechosa no puedo ser.
- Hola Kevin ¿qué onda? - faltaba el "hermano" e invitarlo a cocinar merca. Mientras intento disimular observo que lleva una caja debajo del brazo mientras que todo él se haya bastante desaliñado, como si hubiese corrido una maratón.
Le señalo la caja, por lo cual aparta la mirada con duda y la dirige al suelo.- ¿Podemos hablar? - dice aún sin mirarme mientras juega con un par de piedritas.
- eh... si, no.- hacía frío para estar afuera y creo que sería más sospechoso si no lo invito a pasar. Tenía una lucha interna. Por un lado quería contarle sobre Lionel y yo pero por otro lado, ambos acordamos dedicar tiempo a conocernos antes de formalizar y darlo a conocer.
- ¿Está tu mamá? Porque está bien, yo no quería interrumpir.
- Esperame, ahí vuelvo - nerviosa, cierro la puerta de golpe y veo a mi derecha donde está Lionel quien estuvo atento a todo.
Con señas busca calmarme y me dice alejándose hacia el comedor, donde estuvimos hace un rato, que se marcha.
Ante eso yo junto mis dedos diciéndole "¿Cómo te vas a ir?", pero el me hace una seña cuando recogió su celular y billetera de la mesa, "Me voy por atrás"."Ah ok."
¡Esperá! ¿ok? Si no hay puerta trasera, pero mis chistidos no funcionan, él se fue por la inexistente puerta trasera. ¡Ay, Dios! ¿En qué lío nos hemos metido? Ya lo veo volver con la cola entre las piernas al ver que no existe otra salida en la casa.
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Te lo pido, quiéreme
Teen FictionMalena, de 24 años, quien vive entre dos mundos: el primero por obligación, la Realidad y el segundo, Platón, donde se hallan sus agallas y amores de primaria, secundaria y ahora de universidad es decir, chicos sexys con un gran sentido del humor, i...