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—Jungkook, necesitaré que recojas a Daejin en la escuela hoy —avisó su madre apresuradamente mientras buscaba algo alrededor de la sala.

—Ugh. ¿Por qué? —rezongó la pelinegra con un mohín—. ¡Puedo regresar sola!

—Es viernes. La gente pierde la cabeza —explicó Kyung-shim con las manos en la cadera—. Jungkook —volvió a llamar, sacando al chico del trance en el que estaba. De repente solo tenía ojos para su celular y ni siquiera podía alejarse de este mientras tenía su desayuno. Daejin le había robado dos fresas ya, pero el chico no se había dado por enterado.

—¿Sí? —preguntó él con un respingo.

—¿Puedes ir por Daejin, verdad? Estaré ocupada en el centro y con los proveedores. Mañana estaré en el la casa del vendedor para arreglar todo. De hecho, ¿te importaría cuidar a Daejin mañana? —Ella siguió hablando, demasiado ocupada viendo en algunas revistas como para mirarlos—. Dejaré dinero para que puedan comprar pizza.

—Mañana iré con Eunha al centro comercial —protestó Jungkook con la voz mortificada. ¡Cuidar a su hermana! ¡Como si fuera una bebé!

—Oh, perfecto. Puedes llevarla contigo. Daejin, apúrate. Te llevaré a la escuela ahora.

¡Es una cita!, quiso añadir el chico. Pero lo cierto fue que las palabras no abandonaron su garganta. Daejin se levantó de la mesa y limpió las moronas de su uniforme antes de correr escaleras arriba; entre tanto, Kyung-shim buscaba las llaves del auto y el bolso en su hombro y una pila de revistas en su mano. Jungkook solo dejó salir un suspiro de aburrimiento. Mejor se apuraba también, si es que no quería llegar tarde.



[♥]



Jimin cruzó sus brazos con una expresión escéptica.

—¿Cómo harás eso? —preguntó genuinamente curioso. Convencer a Kim Taehyung de actuar en la obra. Nada más utópico que eso. El chico nunca fue partícipe de ningún evento escolar en toda su vida escolar. Esa chica era muy optimista si creía que una obra de teatro llamaría la atención del capitán, o le faltaba un tornillo. O ambas.

—Me ayudarás —resolvió Jisoo con una sonrisa serena—. Aún me debes una.

—Eso es lo más ridículo que has dicho —rebatió Jimin lanzando las manos al cielo—. ¿Cómo haré eso?

Ambos caminaban codo a codo por los pasillos, rumbo al salón del consejo. Pronto sonaría el timbre para la primera hora y Jisoo tenía todas sus prioridades en desorden. Caso contrario no estaría más preocupada por atraer a Taehyung a su telaraña que por la clase de matemáticas.

—Podría intentarlo, ya sabes, pero fracasaría en el intento. Lo conozco, me conoce —Ella hizo un ademán—. Será un rotundo no. ¿Qué tal si haces las paces con él por ayudar a su archienemigo? Puedes invitarlo al centro comercial como ofrenda de paz.

—Quiero aclarar que su archienemigo olvidó mencionar algunos detalles —recalcó Jimin rodando sus ojos. El mencionado apareció en su campo de visión justo después. Estaba recostado junto a los casilleros mientras Eunha sacaba sus libros y hablaban entre sonrisas y susurros. Jisoo codeó a su compañero de consejo.

—¿Lo ves? Hacer que ambos actúen como trágicos amantes en la obra sería una excelente forma de hacerlos pagar.

—A este paso los trágicos amantes serán ellos dos —murmuró Jimin por lo bajo—. Son como un drama. Un millar de capítulos y apenas se han tomado la mano en el penúltimo.

¡Capitanes! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora