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El viernes, el último día de esa insufrible salida, todos hablaban de Rosé y Taehyung mientras recogían sus cosas y se alistaban para partir. Lalisa los había visto besándose en el baño de las chicas el día anterior, así que realmente el espectáculo de Jeon en la fiesta de Taemin quedó relegado al infame segundo lugar.

El peligris no podía decir que estaba orgulloso, pero tampoco se arrepentía. Sencillamente se sentía justo que Jeon tuviera una probada de lo que él había sentido.

Miró al chico en cuestión. Estaba del otro lado de la cafetería del lugar, mirando con el ceño fruncido hacia su desayuno. Lo vio presionar su mejilla con la lengua, y esa ya era la tercera vez que lo veía haciéndolo. Realmente no comprendía la razón de ello. Seguro que tenía algo en el diente o algo así.

Taehyung se echó a reír en voz baja.

Dejó su desayuno sin terminar y sus amigos no tardaron en devorar lo que quedaba en el plato; Hoseok fue el único en mirarle extrañado cuando se levantó de la mesa.

Lo cierto era que necesitaba darse un momento para asimilar el hecho de que había besado a un completo idiota. Eso no era parte del trato, si es que hubo alguno siquiera. No habían hablado al respecto y, de hecho, no habían hablado. Mordió su labio un poco, recordando la fugaz sensación de la boca ajena sobre la suya. Era tan raro. ¡Él había besado a un chico! ¡Sobrio!

Suspiró. Como siempre, lo que mejor sabía hacer era meter la pata.

Su atención fue captada por una pequeña algarabía en el lote que servía de parqueadero, donde ya algunos buses hacían rugir sus motores a modo de prueba para el largo camino. Junto a las destartaladas cafeteras en las que la escuela pretendía meterlos devuelta a Seúl, había otro auto, uno de color negro brillante y de aspecto caro. Taehyung podía no ser el mejor respecto a marcas o modelos, pero si había algo que gritaba dinero era la mujer que estaba recostada en la puerta del piloto.

Sus delgados brazos se mantenían firmemente cruzados y sus enormes gafas de sol ocultaban la expresión de su rostro; teniendo en cuenta que se encontraba mirando hacia el entrenador Seokjin, quien discutía con el entrenador Yoongi, el peligris podía decir que ella no estaba feliz. Quien fuera esa, seguramente tenía un león de mascota y como comida le servía todas las noches un exquisito plato de adolescente problemático en salsa. Las sobras irían para su jardín de buitres.

Un momento.

¡Era su mamá!

Oh, mierda.

—No puedo creer que hayas permitido eso, Yoongi —se quejaba Seokjin entre dientes, pero su voz sonaba exasperada, como si estuviera conteniéndose para no matar a su compañero de trabajo.

—Esto tiene que ser un malentendido —respondió el pelinegro en un quejido.

—Puedo demandarlos por esto. De hecho, voy a demandarlos por esto —declaró Han Woo—. El control que tiene la escuela sobre sus estudiantes deja mucho que desear. ¿Qué dirá el juez cuando se entere? —siseó airada. Había una vena marcándose de forma anormal en su cuello.

—Mamá —Escuchó el aniñado llamado y los tres voltearon a mirar. A Han Woo casi le dio un infarto en el acto. ¿Era su imaginación o su hijo ahora tenía el cabello gris?

—Y para rematar, dejan que tiña su cabello. ¡Impresionante! —zapateó indignada—. Los demandaré y cambiaré a Taehyung de escuela.

—¡No! Espera, mamá. Dios, lo siento. ¡Fue mi idea falsificar la firma!

¡Capitanes! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora