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—Iremos al cine este viernes. ¿Quieres venir? —preguntó Hoseok con una enorme sonrisa, como si ser la tercera rueda del auto realmente fuera divertido.

—¿Por qué lo haría? —replicó Taehyung con un mohín. Doblaron el pasillo hacia el salón del grupo de baile codo a codo; ya no había tantos estudiantes en la escuela, pues el timbre de salida hacía mucho tiempo que había sonado. Solo algunos clubes y unos cuantos desocupados seguían allí.

—¿Por qué no? —contestó su amigo—. Momo es divertida y seguro se llevarán bien.

—Mira, Hobi, lo mío es jugar baloncesto, no tocar el violín —declaró el peligris codeándole de forma cómplice. Hoseok tosió incómodo y trató de no sonreír, pero fracasó olímpicamente.

—¡Claro que no tocarás el violín! Momo y yo solo somos amigos —aclaró entre dientes, aunque un poco avergonzado—. ¿Acaso tienes mejores planes para este viernes que ver porno y dormir?

Llegaron al salón del grupo de baile. La melodía ya estaba sonando a un volumen moderado, pero solo unas cuantas personas habían llegado. Entre esos se encontraban Jungkook y Taemin, practicando algún paso de baile frente al espejo; parecían bastante concentrados. Verlo en esos pantalones de chándal gris fue un poco sorprendente. Solo un poco.

Se mordió el labio un poco dubitativo. La verdad era que no tenía otros planes para el viernes. Jungkook no había mencionado nada acerca de... bueno, hacer algo fuera de la escuela. Ellos ni siquiera hablaban al respecto; solo... pasaba. Taehyung bufó. Se sentía como un completo niño hormonal.

—Lo pensaré —Terminó diciendo. Hoseok exclamó algo y le abrazó de forma estrepitosa, incluso despeinándolo con sus nudillos mientras hacía ruiditos raros—. Yah, duele, duele.

Con una sonrisa, tomó la maleta y las cosas de Hoseok para que este pudiera practicar. Taehyung ya tenía su rinconcito en ese salón, allí donde esperaba a que la práctica terminara mientras miraba memes en su celular; a veces se quedaba dormido u otras veces solo veía lo genial que era Hoseok bailando; a veces grababa videos para él. No importaba porque a él le gustaba estar allí.

Volvió a mirar a Jungkook, solo por curiosidad, y se dio cuenta de que el pelinegro también le estaba mirando.

—¿Qué? —preguntó a la defensiva—. ¿Por qué me estás mirando?

—Tú me estás mirando a mí —replicó Jungkook de vuelta.

—Es porque luces como un mono con pijamas.

—Bien, pues tú luces como una anciana amargada.

—¿Anciana amargada? Voy a golpearte.

—Oigan, ¿qué demonios les pasa? —intervino Hoseok tirando del hombro del capitán del equipo de natación para que volviera a practicar—. Ya no pueden verse ni siquiera en pintura, ¿eh?

Unos minutos más tarde, con el profesor a la cabeza del grupo, Jungkook sacudió la cabeza para despejarse y concentrarse en la música que ahora salía por los altavoces de la grabadora. Esa tarde, el instructor Hyun parecía querer sacarles hasta la última gota de sudor. Jungkook asentía a cada una de sus palabras, como un pequeño robot, pero se sentía algo distraído. Por alguna extraña razón, le inquietaba la presencia de Taehyung. Ugh, ¿por qué no se iba? Normalmente, Jungkook lo ignoraría hasta que la práctica acabase; sin embargo, esa tarde en particular no se creía capaz de concentrarse con él allí. No podía dejar de mirarlo: a veces encontraba su mirada en el espejo y otras veces solo lo hacía de reojo. Hyun le había llamado la atención dos veces. Si seguía así, tal vez terminaría en una tragedia.

¡Capitanes! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora