17 - {II}

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Una cosa era besar a Jungkook, y otra muy distinto era besar a un hombre.

¡No es como si Jungkook no fuera hombre! Vaya que era hombre, pero... Era distinto.

Taehyung se sintió contrariado y molesto. ¿Por qué Jimin le estaba preguntando eso, tan de repente, frente a todos ellos? Sus mejillas se colorearon por la vergüenza y sintiendo la cólera apoderándose de él, cuando notó un pequeño detalle en todo eso.

—¿La mesada de Jisoo? —El peligris, airado, miró a la susodicha—. ¿Esto es idea tuya, Kim Jisoo? No respondas. Tú eres tan... eres... ¿Acaso no te cansas de fastidiar? —gruñó. El calmo capitán del equipo de baloncesto abandonó el salón sin más. Jimin parpadeó varias veces, tratando de asimilar el hecho de que no solo había sido rechazado, sino que sin lugar a dudas había metido la pata.

—Taehyung... —murmuró Jisoo.

—Muy bien —La voz del entrenador Kim se alzó de repente, asustándolos—. Se acabó esto. Hablaré con el entrenador Min. Ustedes no van a ningún lado —Le advirtió a ambos—. Van a explicarle lo que acaban de hacer.

Aprovechando el regaño, Jungkook se movió fuera del salón, solo para seguir a Taehyung. Tal vez estaba un poco... aliviado. Solo un poco. Pero también, tal vez había esperado que el peligris aceptara la propuesta de Jimin. Solo tal vez.

Cuando salió al aire libre se dio cuenta de que los planetas y las estrellas se habían alineado a su favor: el cielo empezaba a oscurecerse y prometía una bonita tormenta. Ojalá empezara antes de que él tuviera que hacer un striptease con la manguera frente al auto de una viejita o, peor aún, frente a su entrenador. Se estremeció de solo pensarlo. 

Ahora, ¿adónde iba el capitán del equipo de baloncesto cuando no estaba en la cancha? Conociéndolo, ahora Taehyung debía estar poseído por el demonio del dramatismo mientras cuestionaba su existencia desde el día de su nacimiento, sus primeros pasos, su primera palabra y la primera vez que su madre destruyó sus sueños diciéndole que Santa no existía. O inventando alguna otra historia en su creativa cabeza. Uhm, historias. ¿Quizá en la biblioteca? Taehyung no lucía como un amante de la biblioteca. Entonces...

Las primeras gotas de lluvia oscurecieron el suelo de concreto frente a él y una fuerte ventisca desordenó sus cabellos cuando por fin llegó a la azotea del edificio principal. Desde allí podía ver la cancha de fútbol y la enorme puerta principal; Jungkook barrió con su mirada el lugar, sintiéndose un poco decepcionado al no ver a nadie. Ciertamente no se conocían lo suficiente.

Dio la vuelta para bajar y se congeló a mitad de las escaleras al ver que alguien más las subía. Los cabellos plateados de Taehyung se meneaban con cada escalón que dejaba atrás, absorto en su propio mundo, pero al ver un enorme obstáculo en su camino, también se detuvo y frunció el ceño con confusión hacia él.

—¿Qué haces aquí?

Jungkook no tenía respuesta para esa pregunta. Solo lo había seguido.

—Solo pensé que podrías estar sopesando la idea de abandonar este mundo después de escribir una carta donde dijeras que todo era culpa de Jisoo para que ella entrara en depresión por el remordimiento y la culpa y terminara marginándose de la sociedad y muriera por inanición también.

Taehyung entrecerró los ojos. Sí había pensado en eso. Pero primero tenía que mear y eso hizo.

—Escuché en el baño que después de la última hora abrirán su lavado de autos —dijo sonriendo ladino—. ¿Usarán sus uniformes de natación? Sería una lástima que alguien volviera a trucar tu botella de agua.

¡Capitanes! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora