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Canción en multimedia: End of the day - One Direction ❤️



—¡Mamá!

El estridente grito hizo que Kyung-shim brincara en su sitio y luego suspirara con pesadez. Un segundo más tarde, su hija estaba entrando a la cocina a pasos pesados, puchereando, como la niña berrinchuda que era.

—¿Qué pasa, Daejin? —preguntó en un murmuro cansado, o más bien, triste. Los días de descanso de su esposo se habían esfumado en un suspiro y la sensación era inmanejable para ella, pese a estar muy acostumbrada.

—Jungkook me está ignorando —puntuó cruzando sus brazos—. ¡No me gusta! ¡Él...! Él... está raro.

Y a pesar de su berrinche, Kyung-shim no pudo evitar mirar con sorpresa en dirección a su hija. La menor de verdad estaba preocupada por su hermano. Y si Daejin decía que algo estaba con Jungkook, entonces algo estaba mal con el chico.

—¿Qué tal si está vendiendo drogas, mamá? ¿Tal vez está endeudado? Tal vez está preocupado por eso. Sí. Tal vez lo están buscando. ¡Tal vez hizo algo ilegal!

—¿Qué locuras dices, hija? Le preguntaremos.

Confirmarlo no fue muy difícil. En el almuerzo, el pelinegro apenas tocó la comida; jugaba sin muchas ganas con los palillos, picoteando los pimientos y moviendo de un lado a otro los pedazos de carne. Ni siquiera parecía estar allí. Jungkook estaba en otro mundo, su mirada ida y sin interés.

—Mamá, él está raro otra vez —siseó Daejin con desesperación—. Dile algo.

—¿Jungkook? —Ella llamó. Los ojos de su hijo giraron hacia ella, como si un interruptor volviera a encenderse—. ¿Te sientes bien?

—Síp —contestó él automáticamente, pero tan pronto como lo dijo, sus hombros bajaron y un sutil puchero adornó los cincelados labios del pelinegro—. Bueno, en realidad.... Es chistoso, ¿sabes? Yo creo que... uhm, ¿estoy enamorado?

—¡Ajá! —Victoriosa, Daejin golpeó la mesa y sacudió los hombros de su madre, eufórica—. ¡Te lo dije mamá! ¡Él está...! Espera, ¿qué?

Mientras Daejin parecía haber visto un fantasma, Kyung-shim sintió que su cara no era suficiente para la enorme sonrisa que tenía en sus labios mientras veía a su hijo con la mirada gacha y los cachetes colorados. Jungkook carraspeó, obviando la vergüenza, y susurró:

—Solo... no sé, creo que no es la persona correcta.

Su poco productivo verano, o al menos toda la semana anterior, le habían servido a Jungkook para pensar, más de lo que debería. Primero, él se dio cuenta de que tal vez lo que ofrecía no era lo que Taehyung deseaba. En su relación, si es que existía alguna, ninguno de los dos quería lo mismo. Sus sentimientos por el capitán del equipo de baloncesto crecían alarmantemente rápido día a día, y Taehyung... ¿siquiera quería algo?

Al decir aquello, los roles cambiaron y ahora Daejin sonreía como si le obsequiaran a uno de sus tantos personajes de anime en tamaño real, y su madre lo miraba entre la confusión y la sorpresa.

—O tal vez... no soy yo el correcto —Jungkook siguió divagando, sin esperar respuesta—. Dios. No lo sé. Tal vez nosotros dos juntos es lo único incorrecto en la ecuación.

De verdad era chistoso. Es decir, de alguna forma, entre más tratara de convencerse a sí mismo de que no estaba enamorado en absoluto, más grande era su estúpida sonrisa cuando pensaba en Taehyung. No había una explicación lógica para eso.

¡Capitanes! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora