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—Muy bien, esto de madrugar no es lo mío.

Jungkook frotó sus párpados y ahogó una maldición para responder a eso. Era el capitán y debería poner orden entre sus compañeros, aunque se tratase de su amigo, pero ¿podía culparlo?

—Que no te escuche el entrenador Kim —masculló entre dientes. El hombre se estaba tomando muy en serio su papel como entrenador y esperaba que ellos como miembros del equipo también. Reuniones matutinas, práctica hasta tarde... Jungkook iba a ahogarse en deberes y, mientras caminaba por los pasillos vacíos de su escuela después de dejar la piscina, el estrés.

—El señor debería escucharme —puntuó Yugyeom, rabiando—. Esto de llegar a las siete para escuchar lo que hice mal en la última práctica es un franco abuso. Entiendo que debamos esforzarnos más en los entrenamientos, pero no veo al equipo de baloncesto muy preocupado.

—Pero qué metiche —respondió alguien más. Jungkook se sobresaltó un poco por la sorpresa y giró su mirada hacia el pasillo de la derecha. Allí, luciendo tan arrogante como siempre, encontró a Kim frente a uno de los casilleros; su voz sonó más grave por el eco en los pasillos y eso, a decir verdad, lo descolocó un poco.

—Oh. Espera —dijo Jungkook, palpando los bolsillos de sus pantalones y su chaqueta varias veces; Taehyung alzó una ceja y, entonces, el pelinegro soltó—: Lo siento. Buscaba en qué momento pedí tu opinión.

—En el momento en el que nombraron a mi equipo —El chico entrecerró los ojos y miró a Yugyeom; su mirada cansada no se veía muy amable—. Para tu información, soy yo quien debe reunirse con el entrenador Min en las mañanas para escuchar lo que debemos mejorar porque soy el capitán. Si fallamos, lo hacemos juntos. Somos un equipo. Ustedes... deberían empezar a llamarse club.

Fue el turno de Jungkook para fruncir el ceño. ¿Aquel chico estaba insinuando que era un mal capitán? El énfasis en sus palabras lo hizo enojar un poco, y para empezar no tenía mucha paciencia cuando de Taehyung se trataba.

Él mordió su labio y cruzó sus brazos. No iba a discutir con él y no le iba a dar el enorme gusto de verlo rabiando.

—De repente me he preguntado... ¿Qué hay detrás de todo esto? —preguntó Jungkook, señalando su cuerpo de pies a cabeza—. Pienso que te ves bastante altivo y arrogante, pero debes esconder algo de lo que te avergüences demasiado. No tienes que decírmelo —Sonrió—. Porque cuando lo averigüe, haré maravillas con esa información.

El pelirrojo quiso reír. ¿Eso era una amenaza?

—Ahora que lo dices —Taehyung se acercó y palmeó su cachete, devolviéndole el gesto—, me avergüenza tu cara. Haz algo con ella rápido.

—Uh —siseó Yugyeom, sintiendo el golpe como para él. Jungkook le miró traicionado solo cuando Taehyung ya estuvo muy lejos—. Digo. Tenemos que hacer algo, esto no puede quedarse así.

—Dios, cállate. Y a él —Jungkook rodó los ojos, cabeceando en dirección a Taehyung—. No lo soporto.

De haberlo escuchado, Taehyung habría respondido que el sentimiento era mutuo. Incluso en el transcurso del día, cuando empezaba a divagar mientras los profesores daban sus clases, el capitán del equipo de natación se colaba en sus pensamientos y revivía esa espina de molestia. Algo en su imagen pulcra y moralista lo hacía enojar un poco y el pensamiento reaparecía incesantemente en su cabeza: en clase, en prácticas, camino a casa y en la seguridad de su hogar.

¡Capitanes! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora