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Taehyung miró a otro lado.

—¿Lo haremos? —El calor de las duchas aún se sentía en el lugar y el pelirrojo de repente se sintió un poco sofocado allí dentro—. No le has dicho a nadie, ¿verdad?

—Tengo tanto que perder como tú —respondió Jungkook alzándose de hombros. Sacó las manos de sus bolsillos y se acercó a él lentamente, casi como midiendo las posibilidades de ser tacleado otra vez, pero Taehyung no parecía estar a la defensiva. Más bien, algo receloso. Sintió que había algo extraño en la situación, pero más específicamente en Jungkook. La mano del chico rozó su muslo sobre la sudadera y con atrevimiento se enganchó en el elástico después de colarse bajo su camisa. La sorpresa y aquel incómodo sofoco solo aumentaron un poco más dentro de él.

Levantó la mirada y encontró los ojos de Jungkook sobre él, esperando. Un suave asentimiento de su parte fue todo lo que el pelinegro necesitó; sus dedos tocaron la piel de Taehyung bajó la ropa, su ingle y aquel sensible punto. El capitán del equipo de baloncesto tuvo que sostenerse cuando la sensación corrió por su espalda como un corrientazo.

—La banca —susurró a media voz. Él no podía creer que de verdad estuviera haciendo eso. Trataba de hacerse la idea de que el chico en serio tenía la mano dentro de su ropa interior, pero la situación era realmente irrisoria.

—V-Vas muy rápido —se quejó el pelirrojo en un jadeo, atrapando la mano de Jungkook entre la suya para marcar un nuevo ritmo, uno más lento y longevo. No quería correrse tan rápido. Eso sería vergonzoso.

El pelinegro siseó un poco. Nunca había tenido otro miembro en la mano además del suyo, en caso de que no fuera obvio. Sus manos se movieron juntas, moviéndose a lo largo de su falo. La punta se veía roja y brillante a los ojos de Jungkook.

Taehyung quitó su mano, buscando un poco de apoyo en la banca en donde estaba sentado. Si alguien atravesara las puertas en ese momento —y esperaba que no ocurriera— los encontrarían con las manos en la masa. Bueno, las manos en la carne o lo que sea.

Lanzó la cabeza hacia atrás con un suspiro y al sentir ese familiar cosquilleo empezó a mover sus propias caderas un poco, encontrando la mano del pelinegro, el cual, sorpresivamente, se detuvo.

—Quieto, Kim, no te muevas —ordenó Jungkook en un tono brusco de voz.

—¿D-Disculpa? —Él no podía solo decirle eso y ya.

—Aún soy heterosexual, en lo que cabe, así que te agradecería si no hicieras eso con mi mano. Gracias.

Estuvo a punto de decirle que era un pedazo de imbécil, pero cuando el pelinegro sostuvo sus caderas con la mano libre, Taehyung supo que esa no era la verdadera razón. A Jungkook en realidad le gustaba tener el control.

Y eso estaba bien, al menos en el momento, porque apostaba que ya todas sus neuronas funcionales se habían ido de viaje; es decir, es que no había otra razón para que eso le gustara.

—Más rápido —pidió, muy a su pesar—. Estoy cerca.

—Pero quién te entiende...

Ya de por sí el mayor era la viva imagen de la indecencia, retorciéndose bajo su agarre. Jungkook tendría problemas para olvidar esa imagen.

Taehyung soltó una maldición al aire cuando sintió abdomen tensarse y se dejó ir, manchando su pantalón también. Temblores sacudieron su cuerpo; Su cuerpo resentía cada roce con un pequeño respingo.

¡Capitanes! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora