13 - {II}

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El sonido de sus respiraciones era lo único que se escuchaba; de hecho, con la poca luz nadie podría saber quién de los dos estaba más agitado. Solo las pocas cigarras que comenzaban a aparecer eran testigos de lo que acababa de suceder.

—¿Hace falta decir... —empezó Jungkook en un jadeo, tratando de limpiar sus labios; Dios, era un desastre—, que no debemos decirle a nadie?

—No debemos decirle a nadie —concordó Taehyung suspirando. Ni siquiera podía recordar la última vez que se había corrido en la boca de alguien... mucho menos en la de un chico. ¿Dónde firmaba para ir al infierno?

—Estamos a paces.

—No más bromas.

—Bien.

—Genial.

—Estupendo.

—Esto... sabe extraño —murmuró el pelinegro después de unos segundos—. Y es pegajoso.

—Deja de jugar con eso —le regañó Taehyung algo alterado y le dio un manotazo—. Es asqueroso.

Jungkook limpió la mano en su pantalón y se levantó algo mareado. Las luces de la cafetería brillaban a la lejanía; aún a la distancia podía distinguir a sus compañeros, compartiendo la cena entre risas y pláticas.

—Supongo que llegar al tiempo sería sospechoso —murmuró algo incómodo. No solo por el momento, sino por la situación. Listo, estaban a paces. ¿Y ahora qué?

—Deberías ir a limpiarte antes de ir —dijo Taehyung, señalando su cara con una sonrisa ladina y victoriosa—. Te veré allá, capitán.

—Eh, por cierto... —Jungkook rascó su cabeza; su bíceps se flexionó por el movimiento, tirando contra las mangas de su camisa escolar—. Te corriste más rápido que yo esta vez.

—No tienes manera de saberlo —replicó Taehyung con cierta indignación en su voz.

—Conté cada segundo. ¿Quién es el niño virgen ahora? —El menor le dio una sonrisa despiadada y dos palmaditas en la mejilla antes de caminar en dirección contraria a la cafetería. Lo último que Taehyung escuchó fue su odiosa risa.

Aquello era un poco divertido, no podía negarlo. Cuando Jungkook estuvo de regreso con sus amigos en una de las mesas de la amplia cafetería, no pudo evitar tocar sus labios con la punta de sus dedos, un poco incrédulo todavía. Él realmente... vaya, nunca creyó ser capaz de eso.

Sus ojos buscaron al peligris con la mirada. No fue difícil encontrar la bulliciosa mesa del equipo de baloncesto. Era curioso, sin embargo, cómo el peligris —a pesar de estar rodeado por sus compañeros de equipo y verse tan alegre y hablador— en realidad no parecía parte de ello. ¿Cómo explicarlo? Hoseok estaba allí, con ellos; pero más específicamente: estaba con Taehyung. Y el peligris parecía refugiarse en la compañía de Hoseok, no en su equipo. Jungkook supuso que Taehyung era la clase de chico desconfiado que podía contar a sus amigos con los dedos de una sola mano. Si él no quería, entonces nadie vería lo que había tras el vidrio blindado en el brillo de sus ojos.

—Jungkook, ¿te vas a comer eso? —Yugyeom lo codeó para llamar su atención; a pesar de la pregunta, él ya estaba cuchareando su helado sin ningún permiso—. Tardaste en responder, así que ya lo perdiste.

El capitán no podía estar menos interesado en el ladrón de su amigo. Él volvió a mirar a Taehyung. Aun así, era un actor. O tal vez demasiado carismático. Con esa sonrisa deslumbrante tenía a todos al pendiente de su relato. Jungkook debía admitir que tenía algo... atrayente.

¡Capitanes! - KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora