Sentir su piel (segunda parte)

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POV Nathalie
Después de hacer el amor con Gabriel, nos fuimos a dormir, o bueno el se durmió, yo me quedé un rato pensando en todo lo sucedido los últimos 9 años desde que llegué a esta casa. Inicié siendo una muñeca sexual, y terminé siendo la señora Agreste, con un bebé por venir, me recosté, aún desnuda, y fui a mirarme al espejo, toque desde mis senos, si bien siempre abundantes, ahora eran más grandes, pesados, mis pezones, de ordinario, rosa pálido, ahora eran color ladrillo, más oscuros, quizás estaban ya casi llenos de leche, aunque aún no me crecía mi vientre, seguía teniendo mi abdomen plano y trabajado, el vientre fino, la cintura estrecha, las caderas un poco más anchas, mis piernas, largas y elegantes, el cabello rojinegro que me caía hasta la cadera, en deliciosas ondas producto de mi moño habitual, era bella, y el amor de Gabriel me hacía serlo aún más, desde que volví a sentir su piel, su fuerza, sus dientes mordiendo mis labios, la fuerte espalda, su sexo invadiendo cada espacio de mi ser, su miel deliciosa, sus cabellos plateados, sus fríos ojos grises que, cuando me miraban, ardían de calidez, sus labios, oh, esos labios, no podía creer todavía que yo era su esposa, aún con los años que teníamos de casados. Estaba absorta, mirándome al espejo, que no me di cuenta, en que momento, mi esposo empezó a besarme el cuello desde atrás. Empezando a acariciarme, mi cuello, la cintura, llevando después sus manos fuertes a mis senos, apretandolos y causandome cierto dolor pero mezclado con placer. Pronto me arrastró nuevamente a nuestro lecho, volviendo a besarme el cuerpo, los ojos, los labios, besándome toda por completo, hasta los dedos de los pies.
- Tienes los pies más hermosos Nathalie, como de princesa.
Lo decía mientras acariciaba mis dedos, mis plantas, mis tobillos...
- Se que acabo de hacer el amor contigo hace unas horas pero no aguanto, quiero volver a hacerte mía, Nathalie, no sabes cuánto te estoy deseando Nathalie Sancoeur.
Me dijo, y entonces me puso encima de sus labios, juntó los deliciosos labios rosados con los labios de mi sexo, haciéndome gemir sensualmente, haciéndome llenar su boca con mi elixir.
Me poseyó en forma de tijera, según el, para no aplastar mi vientre. Lo hicimos en esa forma tan deliciosamente armoniosa, hasta que acabamos corriendonos a la par. Después, como ya eran las 6 de la mañana, nos quedamos abrazados un momento, con una de mis piernas abrazándolo por la cadera.
- Te amo Gabriel Agreste.
Me.miro directamente a los ojos, tan directamente que me pude ver reflejada a mí misma en sus orbes grises de cielo Noruego.
- Te amo francesita. Siempre te amare. A ti y a nuestro hijo.
Puso su mano en mi vientre, aún plano, pero sin duda, lleno de vida. Me sentía viva por completo. Por fin iba a dar frutos producto de nuestro amor. Quizás solo era un golpe afortunado, pero era bastante como para hacerme sentir feliz, en mi interior había más vida que en una selva tropical. Una vida que mi esposo, sin saber en qué momento, me lo había dado.
Era feliz, aún con el tortuoso camino de espinas que había recorrido con el, pronto nos encontramos caminando entre rosas. Y ahorita aún seguíamos en ellas. Nuestro amor aún destilaba fuego, pasión, tanto sexual como amorosa, nuestro fuego aún seguía y no había modo de apagarlo. Aunque tendríamos que aprovechar antes de que ya no pudiera. Nos fuimos a la ducha y partimos para el trabajo, aún nos quedaba mucho por hacer si es que queríamos ir a África. Así que fuimos, pero todo el día, nos sentimos con la energía de mil relámpagos, todo gracias a sentir su piel.

La muñeca de Gabriel (Finalizada De Momento)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora