Regalo.

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Sirius se estaba volviendo loco, completa y rematadamente loco. Estaba desesperado por saber algo de Remus, lo que fuese, pero la enfermera seguía negándose firmemente. James y el habían encontrado una forma de salir del castillo y entrar sin ser vistos, habían llegado a la tienda muggle y Sirius le habia comprado un regalo a Remus para animarle.

Pero ese regalo seguía sobre la cama sin deshacer, cogiendo polvo, por que si Remus no estaba allí para recibirlo, el regalo perdía su utilidad. Eso estaba pensado Sirius mientras veia fijamente el regalo sobre la cama de Remus.

Si hay una forma de irse del colegio y volver sin que nadie se entere "pensó Sirius", tiene que haber una forma de colarse en esa estúpida Enfermería

James y Peter estaban empezando a preocuparse, no solo por Remus, ahora también por Sirius, el muchacho normalmente activo, bromista y hablador, llevaba casi una hora sentado en silencio mirando la cama de su derecha (la de Remus) sin siquiera mover un musculo.

James movió la mano frenéticamente enfrente de Sirius pero el de ojos grises parecía en otro mundo. Entonces Sirius se levanto de un salto de su cama, haciendo que James cayera de culo y que Peter pegase un saltito hacia atrás.

Sirius cogió el regalo de Remus y salió por la puerta dejando a sus dos amigos procesando.

******

Remus odiaba la enfermería, todo era demasiado blanco, la sangre destacaba mucho mas sobre el blanco. Podia verla atreves de las vendas de sus brazos pecho y piernas. Lo odiaba.

El licántropo sabia que Sirius iba todos los días a preguntar por el, pero siempre le pedía a madame Pomfrey que le dijese que no, no quería que su amigo le viese cubierto de vendajes empañados en sangre que destacaba sobre la manta, las cortinas y todo lo blanco de aquel lugar. Hasta su piel, ya de por si pálida, parecía más blanca allí.

Pero sabia que estaba preocupando a sus amigos de mas y que tarde o temprano tendría que salir de la enfermería y enfrentarse al mundo real. Sus amigos verían sus cicatrices, todos en el colegio verían sus cicatrices y Remus estaba seguro de que empezarían los rumores, los cuchicheos a sus espaldas y todo eso.

La señorita Pomfrey no mentía cuando decía que esta vez habia sido peor, las cicatrices eran la prueba, esta vez habia sido especialmente duro y Remus no sabia por que.

En aquel momento a Remus no le preocupaba la sangre que destacaba sobre el blanco, no le preocupaba las heridas que aún no se habían cerrado, ni los cientos de cicatrices que recorrían su cuerpo, le preocupaba lo que ocurriría cuando saliese, cuando tuviese que enfrentarse a Sirius, James, Peter y Lily, cuando todos ellos vieran las cicatrices y empezarán a sospechar. Le aterraba que descubrieran que les había estado mintiendo, pero sobretodo le preocupaba volver a quedarse sólo si llegaban a descubrirlo.

Ellos cuatro eran las mejores personas que había conocido en su corta vida, las únicas con las que le había costado mentir, habían sido sus primeros y únicos amigos y no podía perderles.

Por eso cuando aquélla noche, la figura de Sirius le despertó con un paquete entre manos casi muere de un infarto.

- No le digas nada a Pomfrey, me mataría cruelmente.

- No diré nada. - Remus nunca delataría a Sirius.

Intento inútilmente cubrirse las cicatrices.

- Esta ha sido una de las peores. Te hemos echado de menos. - Sirius estaba sentado a su lado  únicamente alumbrado por el hechizo Lumus de su varita. Se le veía emocionado. El licantropo no sabía cuanto rato llevaba el de ojos grises en la enfermería, de repente no le importaba, ni las cicatrices , ni los rumores, nada, por que Sirius estaba allí, con él, despotricando sobre cuanto lo había extrañado esa semana.

- Siento no haber podido estar con vosotros. - susurro tímidamente

- ¡Oh! James y yo te hemos comprado algo para animarte. Lo había olvidado. - Le entregó el paquete que había estado reposando sobre su regazo. - Y puede que Evans nos ayudara a envolverlo.

A Remus ni siquiera le hizo falta abrirlo para saber que le encantaría, fuese lo que fuese.

- Vamos, abrelo. - Sirius parecía un cachorro ilusionado, sus ojos brillaban casi más que el hechizo y el castaño no pudo evitar ilusionarse también.

Al abrir el regalo el licantropo estuvo a punto de ponerse a llorar.

- ¿Te gusta? - Remus asintió atónito. - Sé que no soy tu madre, pero podríamos leerlo juntos, ya sabes, cuando vuelvas o me podría colar y leertelo a susurros.

Y por primera vez desde la luna llena Remus lloro de felicidad.

Sirius jamás podrá olvidar la primera vez que no tuvo el valor para decirle a Remus que el regalo era sólo suyo y ni siquiera sabía por qué.

Remus jamás podrá olvidar el pánico que le invadió la primera vez que pensó en que se quedaría sólo de nuevo cuando descubrieran su secreto.

Sirius nunca olvidará el dolor que sintió al ver a Remus dormido en la enfermería cubierto de vendas ensangrentadas, como si sintiera las heridas en su propia piel.

Remus nunca olvidará la tranquilidad y felicidad que le transmitió Sirius cuando empezó a despotricar sobre lo que le habían extrañado James, Peter, Lily y el.

¡Lumus!

Lo siento, lo siento. Se que me he tardado mucho. Podría daros mil excusas y todas serían verdad, pero eso no importa.

Espero que disfrutéis mucho el capítulo.

Gracias por votar y comentar.

¡Nox!

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