La pizza se trasforma finalmente en unas hamburguesas en el McDonalds. ¡Dios, como lo echaba de menos! Tanta comida sana estaba comenzando a nublar mis sentidos: tanta plantita, tanto tofu y tanta mariconada.Adiós, friki depresivo. ¡No te echaré de menos!
Durante la cena soy el blanco perfecto de las burlas de todos, excepto de Vanessa, quien prácticamente me ruega que le cambie la vestimenta. Obviamente me niego, ya que prefiero el peto rosa a lo infantil de Valentina, que la camiseta floreada de Vanessa. Dios, ¡qué amiga tan cursi tengo!
Tan pronto terminamos con nuestras respectivas y sabrosas hamburguesas, salimos hacia el pub. ¡Qué ganas de meterme un mojito entre pecho y espalda!
—¿Nos hacemos una foto? —pregunta Beka, tan pronto atravesamos la plaza del Obradoiro.
Creo que debemos de tener ochocientas mil fotos ahí, pero le da igual. Siempre quiere más. Siempre.
Me miro de arriba abajo a la vez que niego con la cabeza de forma energética. Sé perfectamente que la quiere para subirla a su Instagram, y presumir de su estupendo modelito nuevo. ¡Pero conmigo que no cuente!
Finalmente consigue convencer a Íñigo y ambos se ponen a posar como modelos de revista.
—Están como cabras —murmura Cris en mi oído. Sonrío al escucharlo y asiento. Como cabras les queda demasiado corto.
Tras la pequeña sesión de fotos, salimos hacia el pub elegido para pasar la noche.
El Atlantis es uno de los mejores lugares de Santiago para disfrutar de una salida tranquila, rodeados de música interesante y con la posibilidad de bailar a tu aire. Eso es realmente lo que más me gusta de este local, que no está nunca tan lleno como para no poder respirar. Además... ¡Hacen los mejores mojitos de la ciudad!
Tan pronto llegamos el portero nos dirige una mirada antes de dejarnos pasar. ¡Somos VIPS! Jamás me acostumbraré a eso.
Le dedico una sonrisa, para agradecerle el gesto. Aunque sé que lo hace por Cris, alias «el abogado buenorro» y Beka —youtuber de moda—, que son los prestigiosos del grupo. Yo le importo tres pepinos en vinagre. Pero en fin.
Las chicas desaparecen dentro del baño, supuestamente para retocarse el maquillaje. Muchas veces me pregunté yo qué hago con este grupo de amigas tan pijas si soy todo lo opuesto.
Íñigo y Adrián mantienen una conversación al parecer muy interesante, ya que gesticulan mucho con las manos e intentan hablar por encima de la música. ¡Vaya par!
Cristian en cambio se queda a mi lado, lo cual agradezco. De un momento a otro siento su brazo sobre mis hombros, acerca su cabeza a la mía y me susurra:
—¿Estás bien? —Me giro hacia él y aprecio como me mira de esa forma que detesto.
¿Cuándo comprenderá que odio dar lástima? Suspiro, pero antes de responder él se me adelanta.
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No importa que llueva
ChickLit«Seamos amigos» recuerdo sus palabras a los cinco años y sí, en ese momento comenzó nuestra tonta relación infantil, que con los años solo se fue perfeccionando. Juntos para todo, inseparables. En eso nos terminamos convirtiendo. Por mucho que lo...