Cuando subo me doy cuenta de que todavía estoy sola en la habitación. Suelto un fuerte resoplido, ¡vaya día!
Me siento feliz y relajada a más no poder. Yo sola puedo ser feliz, no necesito a ningún estúpido hombre a mi lado.
Dejo las bolsas sobre la cama, totalmente satisfecha con todo: con mi vida, conmigo misma y con la hermosa ropa que me pienso poner esta noche. ¡Voy a estar de toma pan y moja!
Me meto dentro del baño y abro el agua de ese hermoso Jacuzzi. ¡Es un sueño! Paso la vista por los jabones que nos han dejado en la habitación, abro uno y lo aproximo a la nariz. ¡Qué bien huele!
Echo medio bote dentro, pensando que tal vez montaré una fiesta de la espuma, y espero a que se llene lo suficiente.
Cojo el móvil y pongo una de mis listas favoritas en Spotify, la de la llorera asegurada —de hecho se llama «canciones corta venas»—, justo antes de despojarme del bikini y meterme dentro del agua templada del Jacuzzi.
Es increíble todo lo que cambió mi vida en dos días: pasé de estar en casa, amargada y pegada al culo de Joaquín; a estar disfrutando en Barcelona, dentro de un Jacuzzi y en un hotelazo que te cagas. Sin ataduras, sin miedos. Disfrutando de la soledad, del cariño de mis amigos, y de la compañía a ratos del mejor amigo que me pudo regalar el universo. ¡Me encanta esta vida! Me la pido para siempre.
Suena una canción que me encanta a través del móvil. Cierro los ojos y me dejo llevar por la música y, sobre todo, por su letra:
Quisiera ser capaz, decirte la verdad,
decirte que me va realmente mal,
no te logré olvidar, ni lo intente quizás.
Quisiera ser capaz mirarte y no temblar,
decirte que aun nadie me volvió a besar,
no te logré olvidar, ni lo intente quizás.Tarareo en voz baja. Siento un nudo en la garganta cada vez que escucho esta canción, aunque tengo que admitir que nunca conseguí meterme completamente en la canción.
Cuando era más niña todo pensaba que era el fin del universo. Cuando me dejó Miguel lloré tanto como jamás pensé que lo haría. De hecho creí que me moriría sin él... ¡Já! Más quisiera. Tanto él como todos los hombres del planeta.
En cambio ahora, después de dejarlo con la única relación seria que tuve hasta ahora... siento que me da igual. Tal vez sea que no estoy hecha para tener una relación.
Escucho unos pequeños golpes en la puerta y sonrío de forma inconsciente. Estoy segura de que este baño le vendría mejor a él que a mí, vaya día que lleva el pobre.
—¡Pasa! —Abre la puerta despacio, como temiendo encontrarme en paños menores. Me hace gracia el gesto—. ¿Qué tal la conferencia?
Se ríe al apreciar la de espuma que sale de la bañera. Ya dije que posiblemente montara una fiesta y... no mentí.
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No importa que llueva
Chick-Lit«Seamos amigos» recuerdo sus palabras a los cinco años y sí, en ese momento comenzó nuestra tonta relación infantil, que con los años solo se fue perfeccionando. Juntos para todo, inseparables. En eso nos terminamos convirtiendo. Por mucho que lo...