Bajamos todo lo rápido que podemos, intentando no llamar demasiado la atención.-No entiendo cómo te pueden gustar estas cosas -admito, soltando un resoplido.
-Me gusta mi trabajo, pero este tipo de pantomimas no. Las odio -reconoce. Se encoge de hombros y me invita a salir del ascensor.
Veo como Cris saluda a la recepcionista con un ligero movimiento de mano -quien desde el primer momento le hizo ojitos-, y proseguimos nuestro camino hasta que algo capta mi atención.
-Eh, mira -exclamo. Bajo la voz cuando me percato de que llamé la atención de varias personas en el hotel y tiro de él hacia una esquina.
Veo como busca con la mirada -con esa discreción que ya querría yo para todos mis amigos-, y sonríe cuando ve a Leticia, la mujer del jefazo, charlando de forma muy cercana con un hombre. A simple vista parece que están coqueteando.
-Ya cambió de amante -expone con guasa.
Me río y sigo observando la situación. Lo cierto es que es muy obvio que esa mujer no está cómoda con su esposo, y que está claro que esa vida no le gusta, ¿entonces por qué sigue adelante?
Tan pronto la pareja desaparece de nuevo dentro del local, tiro de Cris hacia la puerta.
-No entiendo que hace con él -admito en voz alta, tan pronto se cierra la puerta del hotel.
Cris clava su mirada en mí. A pesar de que no lo observo, puedo sentir su mirada taladrarme entera.
-Es un hombre muy rico, Andy -expone al fin-. Le puede proporcionar todo lo que quiera.
-Menos felicidad. -Asiente.
Veo como tuerce los labios y se frota el pelo.
-Por desgracia otros tienen otro tipo de preferencias, y les resulta más sencillo estar con alguien que no los hará felices jamás, pero les proporciona seguridad.
-¿Económica? -pregunto. Se encoge de hombros como respuesta.
-Puede que simplemente ella pensara que él era el hombre perfecto, tal vez pensó que la haría feliz y...
-Cris, le gustan las mujeres -expongo como si fuera obvio-. No sé si has visto como me miraba. No quiero sonar egocéntrica ni nada parecido pero... ¡Dios! Si un tío me mirara de esa forma ya me habría tirado sobre él.
Me río tras decir esto. Espero que él haga lo mismo pero me encuentro riéndome sola como si estuviera loca.
-No sé si le gustan o no las mujeres -duda de una forma curiosa, tal como si estuviéramos organizando un debate al más puro estilo programa del cotilleo, y su opinión fuera decisiva-. Lo que está claro es que le gustas tú.
Clava su mirada en mí tras decir esto. Siento algo extraño en la boca del estómago, que rápidamente achaco al hambre. Entreabro los labios para meter prisa cuando él se me adelanta.
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No importa que llueva
ChickLit«Seamos amigos» recuerdo sus palabras a los cinco años y sí, en ese momento comenzó nuestra tonta relación infantil, que con los años solo se fue perfeccionando. Juntos para todo, inseparables. En eso nos terminamos convirtiendo. Por mucho que lo...