Es sábado y, como tal, el cuerpo pide fiesta. Sobre todo el de Beka, quien nos había acribillado a mensajes por el grupo para obligarnos a aceptar su plan de vídeo party para esta noche. Cris y yo nos negamos con rapidez, ya que conocíamos el desfase que eso suponía, pero Valentina no estaba tan de acuerdo con nosotros y, tras enterarse del plan, como buena adolescente que no sabe dónde diablos se mete, quiso ir.
Así que finalmente respondimos que sí, que nos apetecía mogollón porque Cris se negaba a dejarla ir sola y, para que mentir, a mí me apetecía un poquito —pero poquito— embutirme en uno de sus modelitos espectaculares y disfrutar de la expresión de Cris. Porque sí, pensaba hacerlo. Estaba dispuesta a intentar provocarlo con uno de esos vestidos que jamás me pondría por mi propia voluntad, pero que sin duda mi querida amiga me tendría preparado.
—Os debo una —me susurra Beka al oído, tras darme un sonoro beso en la mejilla.
Me río, sobre todo porque no nos debe una, ni dos... ¡nos debe mil! Pero yo a ella le debo dos mil, en fin, en eso se basa la amistad, ¿no?
Valentina abre los ojos, alucinando en colorines. Se nota que es su primera fiesta en la Beka's house, y no está acostumbrada a este tipo de lujos. En nuestro grupo de amigos es el pan de cada día —o más bien tendría que decir de cada mes, porque no hay uno en que no quiera grabar un vídeo party, como ella los llama para fardar y ganar nuevos seguidores—.
Son sus vídeos más vistos, nos dice que tenemos un especie de gancho que atrae a sus suscriptores, y aunque protestemos, todos estamos encantados con ello.
Tras el saludo inicial nos agarra del chanchete a Valen y a mí, y nos introduce en su habitación, donde ya nos espera Vane con un vestido para el infarto: rosa —muy de su estilo— demasiado corto pero manteniendo respeto con su escote casi inapreciable.
Tras la presentación de cortesía, Beka nos da un modelito para cada una. Lo cierto es que no puedo protestar, ya que me quedé prendada del mío: vestido negro, largo con una pequeña abertura, con un escotazo terrible. Muy veraniego. Pero no es hasta que veo a Valen cuando me atraganto con mi propia saliva. Ya no es el short ceñido y diminuto, ni su top para nada discreto. ¡Es que la tía está muy buena! Y si lo noto yo, tengo claro que lo harán los babosos de ahí fuera.
Tan pronto salimos veo como Cris clava la mirada en su hermana y bufa. Sé que está pensando lo mismo que yo. Comienzo a caminar en su dirección, y lo abrazo por la espalda.
—Es adulta —me hago eco de lo que su conciencia le tendría que estar diciendo ahora mismo, aunque seguramente le diga de todo menos eso—. Puede hacer y vestir como quiera.
—Ella no me preocupa —reconoce, todavía con la vista clavada en Valentina y en el simple coqueteo que parece haber nacido con Oliver—. Me preocupan Íñigo y ese idiota que tienes ahí delante.
ESTÁS LEYENDO
No importa que llueva
ChickLit«Seamos amigos» recuerdo sus palabras a los cinco años y sí, en ese momento comenzó nuestra tonta relación infantil, que con los años solo se fue perfeccionando. Juntos para todo, inseparables. En eso nos terminamos convirtiendo. Por mucho que lo...