Me encantan los deportes en general. Me flipa ir al estadio a verlos, me alucina disfrutar de ellos en la tele pero, sobre todo, me fascina practicarlos. Mi profesión frustrada sé que tiene que estar en el mundo del deporte, aunque no me decido por cual... ¡Todos me encantan!
Esta vez los chicos se decidieron por el rugby, aunque no sé realmente por qué. Yo aceptaría cualquier cosa, así que por mí genial. Ni siquiera pregunto. Y encima en la playa, ¡con lo que lo echaba de menos!
—¡Yo voy con Andy! —grita Beka, agarrándome por el ganchete.
Me río, sobre todo porque creo recordar que será la primera vez que juegue a algo sin que su cámara lo esté enfocando todo. Por primera vez juega para disfrutar y nada más, y eso se merece un premio.
—No puedes elegirla —chilla Íñigo desde el otro lado, frunciendo el ceño—. ¿No sabes qué ella es la capitana y ella es la que decide siempre?
Me río al escucharlo y le echo la lengua.
—Hoy la capitana es Beka —expongo con naturalidad—. Es más, un chicas contra chicos, ¿qué os parece?
Beka y Fanny comienzan a dar saltitos y a vitorear. Vane, en cambio, parece totalmente ida. Me percato de que no le quita la vista de encima a Cris —quien, como resto de los chicos, solo va vestido con el bañador—, y eso me retuerce las entrañas.
Cierro los ojos con fuerza para intentar centrar mis ideas y me alejo un poco de ellas. Necesito hacer algo para volver a centrarme en el partido y dejar las tonterías a un lado. Me acerco a la mochila y saco de ella mi botella de agua, pero cuando estoy a punto de llevármela a los labios siento como alguien me agarra por la muñeca.
—Sabes que incluso yo solo te ganaría, cariño —me dice en un pequeño susurro que me electriza la piel. No necesito girarme para saber quién es—. ¿Estás segura de qué quieres seguir con esto?
Me giro hacia él, sintiéndolo más cerca de mí de lo que debería. Paso la vista por su torso desnudo y una fuerte punzada me ataca el estómago, sobre todo al recordar que segundos antes la que disfrutaba de la vista era otra. Trago saliva antes de apretar los labios y asentir.
—Eso vas a tener que demostrármelo —lo reto—. ¿Qué nos apostamos? Y no me digas una cerveza, por favor.
Hace un falso gesto con los labios como si estuviera pensando, antes de dedicarme una sonrisa matadora.
—Si ganamos nosotros te invito a cenar esta noche.
Trago saliva, intentando procesar sus palabras.
—¿Tú y yo? —pregunto con un hilo de voz—. ¿O todos juntos?
Se ríe y se acerca un poco más, haciendo que mis piernas se transformen en simple gelatina.
—No —susurra sobre mis labios —. Tú y yo solos. Llevármelos a ellos sería una carga, no tendría sentido que quisiera eso.
Se ríe como si no me hubiera provocado un micro infarto. Trago saliva intentando centrar todas mis ideas.
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No importa que llueva
ChickLit«Seamos amigos» recuerdo sus palabras a los cinco años y sí, en ese momento comenzó nuestra tonta relación infantil, que con los años solo se fue perfeccionando. Juntos para todo, inseparables. En eso nos terminamos convirtiendo. Por mucho que lo...