17. ¿Qué nos apostamos?

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—¿De verdad me tengo que poner esto? —pregunto, observando una especie de bragas rosas

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—¿De verdad me tengo que poner esto? —pregunto, observando una especie de bragas rosas. Me niego a pensar que la humanidad considera que es normal vestirse con algo tan corto.

Miro el short de arriba para abajo, cruzando mentalmente los dedos para que en un chis se estiren y pasen a tener un tamaño medianamente normal.

—Es lo que está de moda —espeta Beka, encogiéndose de hombros.

Bufo y niego con la cabeza.

Cuando Beka nos solicitó auxilio por el grupo de Whatsapp temblé por dentro. Es frecuente que nos pida que la ayudemos con vídeos chorras, paseando como modelos. Por suerte Vane siempre se muestra voluntaria para hacer sus pases ridículos con ella, por lo que me voy librando. Pero esta vez su plan me pareció realmente interesante.

Según ella necesitaba grabar un vídeo con unos looks outfit deportivos, y consideraba que la mejor forma no era modelando... ¡sino jugando! Eso me moló tanto que no tardé ni medio segundo en apuntarme.

—Esto no puede ser cómodo, nena.

Prosigo con mi tonto intento de lograr mi propósito. A mí que me dé unas mallas o algo así, y tan tranquilos todos.

Siento que mis intentos caen en saco roto cuando niega con la cabeza y desaparece.

Perfecto, para la próxima a ver si me da un tanga con lentejuelas y así por lo menos consigo propinas a cambio.

Me visto con ese ridículo short —que encima tiene que ser rosa. Gracias, Beka—, y una camiseta blanca que, por suerte para mí, es bastante larga.

—¿De verdad esto está de moda? —protesto, mirándome en el espejo de su habitación.

Veo como sale por la puerta del baño, totalmente ataviada de una forma mucho más discreta. Siento ganas de ahorcarla con mis propias manos. ¡Será cínica! Entreabro los labios para protestar, pero antes de que pueda hacerlo se me adelanta:

—Tú estás mucho más buena que yo —dice como si nada. Como si fuera cierto y todo.

Me limito a morderme la lengua. De todas formas sé que no cambiará de opinión. Pero esta me la guardo para un futuro.

—Si te soy sincera, esa era la ropa de Vane. —Eso ya me tiene más sentido—. Pero se negó a venir, y necesito mostrarla porque es un modelito ideal.

Bufo y asiento. Si ella lo dice...

Tan pronto terminamos salimos hacia las pistas, que por suerte no están demasiado lejos de la casa de Beka.

—Elijo a Andy —espeta Íñigo tan pronto llegamos a la pista de cemento. Me pasa el balón y lo atrapo sin mayor dificultad.

—Olvídate. A mí nadie me elige porque yo soy la capitana.

No importa que lluevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora