33. ¿Quiere decir eso que volverás a leerme la mente?

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Me quedo como una tonta observando el amplio ventanal de la habitación del hotel

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Me quedo como una tonta observando el amplio ventanal de la habitación del hotel. Ya es completamente de noche, y eso hace que todo sea todavía más espectacular.

Cris había enviado finalmente un mensaje por el grupo para preguntarles dónde estaban, supongo que para darme una opción de escapar si lo veía conveniente, pero lo cierto es que su respuesta nos vino de vicio para librarnos de ellos.

Beka no tardó en responder que estaban en un bar del centro, uno de los más concurridos y donde suelen poner salsa y merengue cada noche. Sé de sobra que Fanny tiene que estar en medio de esta decisión, ya que es uno de sus lugares favoritos. Y de los míos también.

Pero a pesar de las ganas que puedo tener por meterme entre pecho y espalda un buen cóctel, y bailar hasta las tantas de la madrugada con ellos, este plan supera a todos los demás.

Desde la ventana se ve ampliamente la playa de O Terrón, una de mis favoritas de la zona. Me encanta la sensación que me produce esto, la paz que me nace apreciando en primera plana el mar. Hacía mucho que no vivía algo parecido.

Y así me podría quedar durante horas si no me llega a sobresaltar la vibración de mi teléfono móvil dentro del bolso. Protesto, acercándome a la cama y haciéndome con el maldito aparato. Clavo la vista en el mensaje de Beka y sonrío al ver que se trata de una foto de las tres chicas e Íñigo, bailando con las tres. Muy a su estilo. No me pasa desapercibida la mirada de mi amigo sobre Fanny y suelto una fuerte carcajada.

—Creo que Fanny e Íñigo van a terminar la noche juntos —suelto entre risas, apreciando como Cris reaparece por la puerta de la habitación.

—No me extrañaría nada —murmura, dejando algo sobre la mesita de noche. Intento verlo, pero el muy capullo hace lo imposible por dificultarme la tarea. Eso, unido a estamos prácticamente a oscuras, hace que no me entere de nada—. Son tal para cual.

Asiento, volviendo a girarme hacia la ventana. Me podría pasar la vida aquí.

—¿No compartes habitación con los chicos? —pregunto, todavía sin apartar la vista del ir y venir tranquilo de las olas.

Lo primero que me llamó la atención de la habitación, tan pronto entramos, fue la cama. No sé ni por qué, pero fue en lo primero que me fijé. Incluso antes que en las hermosas vistas. Conozco lo suficiente a Cris para saber que no le agrada en absoluto dormir acompañado, y muchísimo menos en la misma cama.

—Ya sabes que lo odio —murmura, acercándose a mí—. Los adoro a todos, pero en bajas dosis. —Se ríe y yo asiento. Me siento totalmente identificada. No sé qué sería de mí compartiendo habitación con Beka—. Lo cierto es que en los planes estaba que compartiera habitación con Javi, pero como finalmente vino Lucas de sorpresa...

Se pone detrás de mí, apoyando una de sus manos en mi cintura. Casi al momento siento como algo me recorre la espalda —algo que no sabría identificar—, y las piernas me comienzan a flaquear.

No importa que lluevaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora