Doy una vuelta, dos vueltas... cincuenta y siete vueltas en la maldita cama. Las sabanas huelen a él, la camiseta huele a él y yo... me voy a volver irremediablemente loca.Tras lo sucedido Cris no había tardado en regresar a la mesa, aunque todo se fue bajando de nivel, ya que por suerte todos -excepto Javi- creyeron que estaba protegiéndome de mi propia mente, y no querían seguir hurgando en la herida. Aunque yo estaba bastante segura de que no quería escuchar la respuesta que pudiera dar a esa pregunta.
No quiero volver con Joaquín. Eso es, posiblemente, lo único que tengo claro en la vida. Pero por mucho que lo intenté durante el resto de la noche, no me quiso escuchar. Ni una sola vez hasta que la fiesta terminó.
Beka me ofreció quedarme con ella esta noche, debido a que mi casa está bastante lejos de la suya, y el único capacitado para conducir era Cris, pero Valentina se empeñó en que me fuera con ellos y aquí estoy. En su cama. Tapada por las mismas sábanas que lo cubren a él cada noche, vestida con una de sus camisetas, dando vuelvas sin parar de un lado para otro, cabreada por no haber dejado las cosas claras, mientras él duerme en el sofá a placer. ¡Me niego a seguir así!
Me levanto de la cama arrastrando los pies. Está todo en un silencio total. Supongo que será lo normal debido a la hora.
Abro la puerta del salón con cuidado de no hacer demasiado estruendo, y me introduzco con mucha delicadeza -por lo menos para ser yo-.
-Cris -lo llamo en un pequeño susurro. Lo busco en la oscuridad. Intento no tropezarme con nada, pero cuando siento un fuerte golpe en el dedo gordo del pie me controlo para no soltar un gritito de idiota.
No sabía que tenía tantas cosas en el salón. Joder.
Sigo caminando hasta que me doy un porrazo con algo de frente, provocando un fuerte estruendo por toda la habitación.
Ay, qué dolor.
-¿Pero qué...?-pregunta, encendiendo la luz con rapidez-. ¿Andy? ¿Estás bien?
Sí, divinamente. Con la nariz rota pero bien.
-Estuve mejor, gracias por preguntar -protesto.
Vaya preguntita.
Se acerca a mí con rapidez y me observa la nariz. Desaparece y regresa a las carreras con una bolsa de hielo.
-¿Por qué no encendiste la luz?
Buena pregunta. Tal vez porque no la encontré, o porque no quería despertarlo. Yo que sé. ¡Pido comodín!
Me encojo de hombros quedando como una idiota.
-Quería hablar contigo -admito.
-Podemos hablar aunque tengas todos los miembros en tu sitio, ¡eh! -dice con guasa.
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No importa que llueva
ChickLit«Seamos amigos» recuerdo sus palabras a los cinco años y sí, en ese momento comenzó nuestra tonta relación infantil, que con los años solo se fue perfeccionando. Juntos para todo, inseparables. En eso nos terminamos convirtiendo. Por mucho que lo...