Capítulo 8

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El premio no nos lo llevamos nosotros, si no la chica de la fila con aficción a los piercings. No me importaba haber perdido puesto que había superado mi miedo escénico y había ganado algo más importante, la amistad de Louis. Puede que sonara muy cursi y repipi pero lo sentía así. Se había convertido en mejor amigo, era gracioso, carismático,amable, simpático, confidente de tus secretos, me había apoyado en el karaoke, había soportado mis lágrimas. ¿Puede un desconocido convertirse en tu mejor amigo en un tiempo récord? Louis era la prueba viviente.

Retornamos a casa, recordando cada detalle, riendo de cualquier tontería, tanto que casi parecíamos borrachos.

Abrí la puerta y dejé las llaves en la cajita donde solía ponerlas. Tenía mucho calor, aparte me notaba pegajoso del sudor, y sueño a la vez y me debatí durante unos segundos entre una ducha y la cama. Me decidí por la ducha puesto que mi pelo y mi ropa olía a humo de cigarrillo y mi pelo estaba sucio.

-Creo que me haré un pasado por agua rápido.-avisé al ojiazul.

-De acuerdo. Te espero en la habitación ¿Sí?

Subí las escaleras seguido del castaño, ya desabrochandome la camisa y quitándomela. La dejé en el suelo, ya la buscaría mañana. Nuestros caminos se separaron y mientras él se iba a la derecha, yo me fui a la izquierda. Me bañé rápidamente, rascandome con jabón para sacarme del cuerpo aquel olor tan desagradable. Cuando me consideré limpio, salí, envolviendome en una calentita toalla. Me fui a mi cuarto, somnoliento y busqué un bóxer y alguna camisa para ponerme, ya que tenía frío. Mi pantalón de pijama no lo encontraba por ningún lado. Me cambié a toda prisa y me di cuenta de que Louis me tendría que haber visto. Girandome y enrojeciendo a la velocidad del rayo, me di cuenta de que estaba a espaldas de mí, hablando con alguien por teléfono. Se dio la vuelta y rodó los ojos.

-Sí mamá, me abrigaré bien. Sí, todo muy bien, me trata muy bien. Que sí. Un beso que me voy a dormir. Cuidaos los seis. Adiós.-colgó-Qué pesada.

-Se preocupa por ti, no la culpes por eso.

-Ya tengo 19 años y ni siquiera me deja mudarme de casa para vivir yo solo.-Ahora ya sabía el porqué de que seguía viviendo con sus padres.

-Míralo por el lado bueno, cuando vuelves de la unversidad siempre hay alguien esperándote, con la comida caliente y la casa limpia y ordenada. No como cuando estás sólo, saber que no hay nadie que te espere, nadie a quien contarle lo que te ha pasado por la mañana, nadie que te pregunte que tal ha ido el día. Nadie.

-Suenas muy maduro Harry. ¿Te ha entrado un virus raro?

-Que yo sepa nada-reí.

-Venga, vamos a dormir. Los dos lo necesitamos y ya es tarde.

-Sí papá.-me arrope con la fina manta.-.¿No me leerás un cuento?

Una mirada suya me hizo saber que no me leería un cuento. Apagué la luz y cerré los ojos, después de un largo día.

                                                              -***-

Me desperté bruscamente al haberme caído de la cama, después de haber tenido una pesadilla. Mi cuerpo estaba enrollado, hecho un lío entre las sábanas. Hasta entonces no me di cuenta de que Louis yacía en cuclillas a mi lado.

-¿Estás bien? Me desperté cuando oí un golpe.

Me levanté, gimiendo adolorido y me tuve que apoyar en la silla de escritorio. Notaba los huesos entumecidos, principalmente de la cadera puesto que todo el peso había caído en esta. Bajo la camisa, se podía divisar un gran moratón a un costado de un feo color morado casi negruzco. Lo presioné y reprimí un grito, mordiendo mi labio inferior.

El Intercambio~Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora