Capítulo 25

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-¡Cariño!¿Sabes donde está mi sudadera roja?-grité.

Louis apareció por el marco de la puerta con la prenda puesta. Se había doblado las mangas dos veces y apenas le cubría la mitad de su trasero, debajo llevaba unos divertidos boxers con zanahorias que yo le había comprado.

-Ni idea de donde puede estar.-dio unos toquecitos en su labio inferior.- ¿Probaste en el armario?

-Ja, ja, ja que gracioso. Ya escogeré otra cosa.-repliqué, metiendo la cabeza de lleno en el fondo en busca de alguna prenda perdida u olvidada.

-¿Sigues teniendo el jersey de mi abuela?

-¿Este?-lo saqué y lo sostuve con cariño entre mis manos.

-Pontelo, parecías un oso...-se mordió el labio inferior.

Creí oírle mascullar ''un oso por fuera un tigre en el interior'' y abrí los ojos desmesuradamente pero él ni se inmutó. Pasé el tema por alto.

- Ya pe...-pretesté

-Pontelo

-Como quieras, luego no me reproches que no intenté avisarte.-suspiré

Deslice el cómodo suéter por todo mi torso. Louis comenzó a desternillarse de la risa, el resultado era catastrófico. Me iba extremadamente ajustado, apenas me cubría medio brazo y me estaba ahogando por la presión en el cuello. Ambos oímos la tela rasgarse y eso sólo sirvió para que mi novio se carcajeara más.

-¿Tanto has-dijo, con dificultad en respirar- crecido que ya no te va?

-Eso y que además, una vez lo lavé con agua caliente.

-Me aseguraré de nunca dejarte hacer la colada.

-Gracias por tu voto de confianza

-No hay de qué.

Le saqué la lengua y me devolvió el gesto arrugando la nariz adorablemente. Quité el suéter y escogí unos simples vaqueros rasgados y una camiseta cualquiera. Salté en mis zapatos y cogí mi bolsa de deporte, asegurándome de que no faltara nada en su interior.

-Me voy a entrenaaaaaaaaar.-anuncié, agarrando las llaves con el llavero de una ancla.

-De acuerdo ¿Te recojo a la salida?-preguntó desde el salón, trasteando vete a saber qué.

-Hace buen tiempo, volveré caminando.-contesté mirando por la ventana y buscando unas gafas de sol.

-Como quieras, pegale una paliza.

-Cariño, tengo que pegar al saco, no a Chris.

-Lástima. Que te vaya bien. Te amo.

Me adentré en las calles de Holmes Chapel abarrotadas ese día, mirando escaparates para distraerme, aunque con todas las delicatessen que habían, que más bien hacían el efecto contrario. Trague la saliva excesiva y me consolé pensando que a la salida podría comprar algo.

Cuando llegué, metí mis cosas en la taquilla número 17, que de tanto uso se había establecido para mí exclusivamente. Se podía decir que era mi número de la suerte.

Silbando y saludando a algunos compañeros me reuní con Christian delante del saco al que tocaba enfrentarme hoy. Algo iba mal, pude intuirlo por la expresión de su cara.

-¿Pasa algo?

-No es nada, venga. Haz el calentamiento y empecemos.

Me puse los guantes de boxeo y hice lo que me ordenaba. Traté de concentrarme, derecha, izquierda, derecha, derecha, izquierda y patada. Fui dando vueltas alrededor propinando golpes en toda su superficie. En apenas 30 minutos ya me había cansado por el ritmo más fuerte de lo normal. El sudor me empapaba al completo y me sentía pegajoso.

El Intercambio~Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora