13. Pagar la fianza

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Llego a la comisaría, hablo con uno de los oficiales y luego de un montón de papelerío, voy a buscar a Tarik a la celda.

—Oh mi corazón, se va a romper —opino viendo el golpe en su ojo y que la cicatriz del labio está abierta —. Animales.

—¿Me puedes decir qué mierda haces aquí? —Me mira raro mientras el policía abre la celda —¿Estás de broma? —se queja —Dime que no pagaste la fianza.

—¿Cómo no iba a pagarla? Y dejar que un delincuente te viole, ni hablar.

—¡¿Qué delincuente?! —grita alterado —¡¡No hay nadie aquí!! Auch —Hace un quejido por su labio partido.

—La pandilla me contó todo, se pusieron a pelear con otra banda y acusaron de robo a uno de tus chicos ¿Cómo es eso de que tomaste la responsabilidad? Me parece muy noble, pero no fue tu culpa.

—Soy el jefe —Se señala a sí mismo —debo proteger a los míos ¡¿Qué clase de líder abandona a su gente?! Y si me disculpas —Avanza rápido a la salida —¡Tengo que reprendelos por llamarte!

Lo sigo hasta la calle.

—Pequeño saltamontes, ellos no están aquí, les dije que tenía todo controlado y que yo me encargaría del resto ¿Pero que tiene de malo que me avisen?

—¡Hola! —Aumenta la voz —Mi billetera llora y no tiene ganas de hablar contigo —Me muestra sus bolsillos —¡Que dilema, ni siquiera tengo plata para una, a la mierda! —Se gira para seguir caminando por la vereda y lo sigo detrás —¡Y ya déjame en paz, ve a refregarle tu dinero a otros, porque yo no lo quiero!

—Te acompaño porque cómo buen cabellero, prometí que te ayudaría y segundo, aún me debes el dinero de la fianza.

—¡Pues yo no te pedí que pagarás, ve a cobrarle a los idiotas!

—Ellos sólo querían ayudarte, cómo buen líder, deberías agradecerles, no ponerte en su contra.

Se detiene así que yo también lo hago, entonces me mira mal.

—No me digas cómo hacer mi trabajo.

Sonrío.

—Solo quería decirte una forma de reducir a la mitad el dinero de la fianza.

Me observa detenidamente y entrecierra los ojos hasta que habla, levantando el dedo para aclararme.

—Si me vienes con alguna de tus acciones pervertidas, te juro que no me darás lástima y te pegaré un puñetazo tan fuerte, que de verdad hará que tengas que denunciarme por violencia física.

Me río.

—Juro que no es eso, es algo muy inocente.

—Tu mera existencia no tiene la palabra inocencia en ninguna parte de todo tu ser, así que no puedo creerte.

—Admito que no puedo evitar ser picaro, pero es una inocente cita ¿Qué puede salir mal?

Más allá de los ojos #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora