46. Matones

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Tarik

Respiro con agitación, ya estoy transpirando, levanto los puños, me preparo y lo golpeo de nuevo. Mi contrincante al fin cae al suelo y aunque no me gusta haberlo noqueado, oigo la ovación del público, así que alzo las manos triunfante.

Bajo del cuadrilátero, tomo un poco de agua y me pongo mi remera rápido.

—Puedes utilizar los vestuarios para cambiarte —acota Eustacio acercándose.

Lo miro de mala manera.

—No gracias, usaré la misma ropa.

No vaya a ser que aparezca allí como si nada.

—No me quejo, tengo buena vista —opina.

—Deja de hablarme y dame el dinero —Alzo la mano viendo que sostiene el cheque.

—¿Sigues enojado por lo de tu galpón? No podías seguir viviendo ahí, acéptalo.

—Era mi casa, no importa si estaba feo y viejo, era el lugar al que podía llamar hogar, y me lo quitaste ¿Cómo no iba estar enfadado? Solo continúo aquí por el dinero, tenemos un trato.

—Pero no te enojes ¿Dónde estás parando? Quizás pueda... —indaga pero lo interrumpo.

—No te gastes, ya lo arregló mi otro acosador —Ruedo los ojos y él frunce el ceño.

—¿Quién?

—No es importante, ¿Vas a pagarme o no? Si no es así, ya me largo y terminamos con esto de una vez.

Sonríe.

—Claro, pero dime de quién estamos hablando.

—De un loco como tú, pero que es más fifi y ricachón —Agarro el cheque de manera brusca, lo guardo y me giro para irme —. Ya me voy.

—Te llamaré cuando haya otra pelea.

Ignoro su aviso y salgo del establecimiento, dejo de caminar cuando siento que me siguen. Me giro, hay dos hombres detrás de mí. Doy la vuelta y continuo avanzando, noto que siguen mis pasos, así que me doy vuelta para mirarlos.

—¿Y ustedes qué quieren?

No me responden, solo se quedan observándome. Mejor me voy alejando, deben ser unos loquitos. Apresuro el paso y ellos también lo hacen.

—¡¡Los moleré a golpes!! —grito.

Me cansé.

Quiero golpear a uno, pero al final me atrapa. Nótese que acabo de venir de una pelea y me encuentro cansado.

—Te voy a matar ¡¡Suéltame!!

Le doy codazo al que me sostiene y el otro se me tira encima. No es justo dos contra uno. Me agarran y me empujan dentro de un auto.

—Pensé que darías más pelea, cariño.

Reconozco la voz.

—¡Tú, malvado Ace! ¡¿Qué crees que haces?! —Me inclino para sentarme y lo señalo —¡¿Por qué tienes matones?!

—No tengo matones, son guardaespaldas —Los presenta —. Hola —Saluda con la mano a los dos hombres que están fuera del vehículo.

—¡¡Hola!! —dicen los dos al mismo tiempo.

—No me causa gracia —opino.

—Pero si no dije ningún chiste —Pone un dedo en su mejilla pensativo —¿o sí?

—¡¿Se puede saber por qué me secuestras?! —Me quejo.

Sonríe.

—En realidad te presento a tus guardaespaldas, son Fabián y Merlo.

¿Qué le pasa? ¿Está de broma? ¿Y para qué quiero escoltas? Se ha vuelto obsesivo o loco. No, quizás ambos.

Más allá de los ojos #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora