27. Baño para dos

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Tarik

Observo el celular en mi mano, cuando Ace me corta la llamada, y lo guardo en mi bolsillo, entonces continúo con la máquina de correr. Al terminar de hacer unos ejercicios más en el gimnasio, voy a los vestuarios y me saco la remera transpirada. Lavo mi cabello en el lavabo y miro el lujo con las que están armadas las cerámicas. Saco la tarjeta del bolsillo de mi pantalón, con la que se supone que accedes a todos los beneficios del lugar y quedo pensativo.

"Todos mis protegidos usan este gimnasio, como tu nuevo mánager, desde ya te estoy brindando esta tarjeta, úsala".

Ya empiezo a pensar que ha sido mala idea, pero si seguía diciéndole que no, me traería más problemas. Seguro tiene alguno de sus matones vigilando por ahí, no vaya a ser que se enfade.

Como sea, mejor aprovecho antes de que se me acabe la tranquilidad. No soy materialista, pero me intriga como es de gracioso que mueva la tarjeta y el agua se encienda.

—Que estupidez tan grande —Me río.

Gastar tanto dinero para algo tan sin sentido, es absurdo.

Una puerta se abre, porque al parecer accione con la tarjeta otro mecanismo, y me sobresalto.

—¡Mierda, que susto! —grito.

Esto me pasa, por no entender nada de tecnologías nuevas.

Avanzo para ver, camino por un pasillo y abro una puerta.

—Bienvenido —dice un joven —¿Quiere probar nuestra nueva implementación? Tenemos un moderno acceso a la sala de spa, dónde puede disfrutar de nuestros jacuzzis con hidromasajes que calmaran esos músculos luego de tanto ejercicio.

—Eh ¿Qué?

Siento que me habla en chino, pero sé que se refiere a una bañera.

—Pruebelo, será estupendo, luego nos dirá cómo se sintió —Me empuja a la sala que nombró con anterioridad.

Lo hubiera golpeado, pero ya se fue. Observo el lugar, parece acogedor. Solo hay toallas, el leve vapor que se ve que sale del agua y el piso es de madera. No parece mala idea, aunque siempre mis ideas no son buenas y termino teniendo malísima suerte.

Saco la tarjeta y el celular poniéndolos sobre unos estantes, a lado de las toallas, y me quedo dudando de sacarme el pantalón, por si entrará alguien.

"Nunca subestimes a un adivino".

—¡No! —niego quitándome las dudas —Eso sería extraño —Me río opinando sobre la situación.

Me saco la ropa, agarrando una toalla, y acto seguido me meto al agua. Oh cielos, a esto se refieren con hidromasajes, me dormiría aquí, si pudiera respirar bajo el agua.

—No aceptas mis comidas inocentes y te metes a un gimnasio spa ultracaro, me pondré celoso, pero no sé de quién —Oigo a la voz de Ace y no sé por qué, pero de alguna forma lo sabía.

Agarro la toalla.

—¡Acosador! —le grito y se ríe —¿Cómo llegaste hasta aquí?

Sonríe.

—Solo tuve que hablar con mis amigos de las cámaras de seguridad y después la vista hizo el resto —explica y luego desata su camisa —¿Me compartes el baño? Puede ser para dos.

Más allá de los ojos #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora