32. No quiero estar aquí

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Ace

Tres opciones para morir, primero Rein me asesina, lo sé por una visión. Segundo, Emmet me mata si me voy, y también quizás si se entera lo que hice con su hermano. Tercero, pero no menos importante, me muero por exceder mis poderes.

Aparte de estos problemas, también tengo a Crash, que resulta ser la garantía de las voces ¿Qué puede salir de todo esto? Sinceramente ni idea.

—Quédate aquí, ahora vuelvo —le digo a Tarik.

—Déjamelo a mí, yo te lo cuido —Lo abraza Darren y el pequeño saltamontes forcejea.

—¡Mariposa! —se queja Seyn mientras me alejo.

Blake me indica el camino y entro solo, al cuarto dónde se supone está Crash, aunque el lugar se encuentra vacío. Veo sangre en el suelo, la cual desaparece y es extraño pero me dió un escalofrío.

—Es raro tener un novio que es fantasma y a la vez no —opino. Oigo su llanto y giro la vista hacia atrás del mueble —. Melocotón, no me gusta que te lastimes —le aclaro viendo el cuchillo en el suelo.

Aunque el líquido carmesí también desaparece del arma blanca.

—Déjame —Se abraza a sí mismo sentado en suelo.

—¿De dónde sacaste el cuchillo? —Me le acerco.

—Se... se lo robe al vampiro.

—Sabés que no puedes matarte porque ya estás muerto ¿cierto? —Me agacho hasta él y alzo mi mano en su dirección.

—Cállate —Golpea mis dedos cuando intento tocarlo —déjame, no quiero... es... estar aquí —Sigue sollozando.

—Lo sé, no llores —Ofrezco mi mano —ven conmigo.

—No —Desaparece y vuelve aparecer, lo que provoca que su respiración se oiga con más fuerza porque se frustra —no quiero estar aquí —repite.

—Entonces vámonos.

—En, en el mundo de los vivos —me aclara y siento todas las sensaciones que lo acongojan —no quiero estar en él.

—Lo sé, lo entiendo, pero no ganas nada llorando, ya te lo he dicho muchas veces.

—Tú no comprendes, lo siento otra vez, el dolor, el sufrimiento, de la misma manera que antes ¡Toda esta porquería que no quiero! —Levanta la cabeza para gritar y veo sus lágrimas —Cuando era un fantasma de verdad, al menos podía controlarlo, ahora he vuelto y no puedo hacer nada —Su vista se borronea por tener los ojos humedecidos, así que se refriega los ojos para mirarme —¿Qué haré ahora? ¿Cómo voy a ir al paraíso? Ya ni siquiera puedo ver la puerta, estoy atrapado aquí, Ace.

Lo miro preocupado.

—Lo arreglaré, cariño —Lo agarro de la mano —no llores.

—¿Cómo?

—De alguna forma, lo prometo.

Más allá de los ojos #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora