61. Hermosa virtud

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Veo como Tarik comienza a vestirse y yo hago lo mismo. La habitación es silenciosa, todo termino. Al menos puedo decir que puedo morir en paz, cumplí uno de mis deseos, aunque no fue como hubiera querido. Me levanto de la cama y camino hasta él, el cual finaliza de ponerse la última prenda de ropa, entonces le sonrío.

—Como prometí, es hora de cumplir mi parte —Camino hasta un mueble, agarro mi libreta y saco algunas páginas de allí —. Deuda pagada —Tiro los papeles al tacho —¿Dónde habré dejado mi chequera? —Pongo un dedo en mi boca.

Rueda los ojos.

—Deja de jugar, no tengo tiempo.

—¡Ah sí! En mi auto —Levanto el dedo —. Vamos, te llevo.

—No hace falta que me acompañes.

—Insisto —Camino hasta a él y apoyo mi mano en su hombro —ya que después de esto, no nos veremos más, porque ya no hay nada que nos conecte —digo serio sin ninguna sonrisa en el rostro.

—No seas dramático —Se ríe —. Somos amigos ¿no?

—Me voy directo a la friendzone, que horror —Apoyo una mano en mi corazón pero sonrío —. Bien, vamos.

Niega moviendo la cabeza.

—Siempre estuviste ahí.

—Sigue, sigue lastimando, yo soporto —exclamo tranquilo viendo su buen ánimo.

—Lo decía de buena manera, pero ya qué —Mueve los hombros —. A caminar —Avanza y lo sigo.

—¿Cómo está tu pierna? ¿Te duele? ¿Seguro que puedes...?

—Yo puedo con cualquier cosa —Me interrumpe.

Al salir, mi chófer nos abre la puerta de la limosina y nos dirigimos al geriátrico. Me encargo de una cuentas de Tarik con el celular mientras vamos viajando y consigo también recuperarle el galpón con algunos llamados.

—Que fácil todo con dinero ¿no? —opina él mirándome de mala manera.

—Un gracias no vendría mal —Guardo el móvil dentro de mi chaqueta mientras giro mi vista a observarlo.

—Creo que ya agradecí, abriéndote las piernas.

—Ay que rápido se te va el buen humor —Me río.

—Sí, como sea —Mira hacia la ventanilla, ignorándome.

—Pequeño saltamontes —Hago una pausa —¿Te arrepentiste?

—No, solo que no sé cómo mirarte a la cara —Sus mejillas se ruborizan —fingir está difícil, luego de que todo se arregla.

—Cierto, debe ser incómodo para ti, tu dignidad y eso. Yo como estoy acostumbrado, bueno.

—No me interesa —Vuelve a observarme —no entiendo nada, pero de algo estoy seguro, tengo que seguir adelante y nada más, así que no vuelvas a nombrar lo que pasó hoy ¿Entendiste? —me aclara —Ni de Eustacio, ni de lo que ocurrió entre nosotros —exclama determinado.

—No sé de qué hablas, ya lo olvidé.

Sonríe.

—Bien.

—Bien —repito serio y ahora observo a la ventanilla, así que suspiro —. Ay necesito sacarme el estrés —Busco en mi bolsillo el rastreador pensando en Crash y Frunzo el ceño.

—¿Sucede algo? —pregunta Tarik viendo mi expresión.

—Melocotón no está en casa.

—¿Y dónde se encuentra? Que yo sepa, ese chico no está bien, habría que buscarlo —aclara y vuelvo a ver ese lado protector, que me hace sentir enamorado.

Tan hermosa virtud.

—Pues... —Trago saliva cuando veo la dirección —¿En casa de mis padres? —digo confundido.

—Tus padres están muertos.

—Lo sé.

Más allá de los ojos #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora