41. Premonición

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Ace

Abrazo por detrás a Crash mientras la lluvia de la ducha cae sobre nuestros cuerpos desnudos. Él se hace el que se resiste, pero al final se termina dejando llevar más de lo que aparenta. Fue inevitable ver la emoción que tenía al sentir el agua y cuando lo visualice, me dió ganas de devorarlo. A veces se ve tan adorable.

—Ace... —Se sonroja, meto mis dedos en su boca y acto seguido mordisqueo su oreja.

Que excitante esta piel.

De repente lo suelto, siento una extraña punzada y una ráfaga de viento pasa a través de mis ojos. Ya no me encuentro en el baño, parece una especie de establecimiento, sucio y viejo. Tengo mi ropa, así que es obvio que estoy en una visión, pero no reconozco el lugar, por lo que me doy cuenta que es el futuro. Camino por unos pasillos, guiándome por las sensaciones que me persiguen cuando estoy en este tipo de premonición.

Veo un cuadrilátero, hay gente peleando. Sigo caminando, hasta llegar a un cuarto apartado, lejos de la escena de la pelea. Una sensación de tensión se apodera de mí, cuando voy a apoyar la mano en la manija, la puerta se abre sola y no me gusta lo que visualizo.

Hay sangre, está golpeado, solo tiene puesto el pantalón y sus manos están atadas en esa cama. Tarik forcejea y veo a un hombre entrar a la habitación. No lo conozco, pero ya me cae mal.

—Esto no hubiera pasado, si prestaras más atención a lo que te digo —Se desata el cinturón del pantalón.

—Yo no me rebajo por nadie, para tu información tengo dignidad —Mi pequeño saltamontes le contesta sin importarle la situación en la que se encuentra. Sin embargo puedo notar el miedo que está sintiendo —. No te atrevas, Eustacio —dice cuando el hombre se sube sobre él y toca el botón de su pantalón.

Ahora sé quién es, pero aún así no puedo hacer nada con solo esa información y encima esta situación es muy desagradable.

—No te preocupes, terminarás acostumbrándote —Tira de su pantalón y Tarik intenta patalearlo, entonces me doy cuenta que tiene un corte profundo en su pierna, por lo tanto se detiene —. Lo admito, me gusta esa resistencia —Se inclina hacia su cuello, lamiendolo y es cuando se deshace de su bóxer también.

—¡Asqueroso! No me toques —Comienza a temblar dándose cuenta que ya no puedo defenderse.

—Ninguno de los peleadores con los que me he acostado eran gays, para ti debería ser más fácil, no veo cuál es el asco al que te refieres.

Es un maníaco ¿Qué hago aquí? No puedo hacer nada, siento la frustración de solo poder estar mirando. Los ojos de Tarik se humedecen, llora,  y puedo sentir su desesperación.

¡Déjalo en paz, monstruo!

Siento una ráfaga de viento en mis ojos y regreso a la realidad. Me agacho en la ducha de mi baño, respirando agitado.

—¿Estás bien? —pregunta Crash preocupado.

—Necesito... tengo que... —Me levanto de allí y salgo de la bañera, me seco, me visto rápido, entonces miro a mi novio —. Ahora vuelvo, quédate ahí —ordeno y se sobresalta.

—¡¿Qué?! No puedo quedarme aquí ¡Hace frío! —grita alarmado.

—Eso lo arreglaré cuando vuelva.

Me voy.

Despierto a mi chófer y lo hago manejar el dirección hasta el galpón. Veo que hay una cinta en este que dice "Clausurado" y luego visualizo a la pandilla alrededor de este, estando todos preocupados. Aunque yo solo pregunto por una persona.

—¿Y el pequeño saltamontes?

Francisco señala a Tarik sentado en el suelo, con la mirada pérdida, pero cuando me ve frunce el ceño, así que sonrío. Se levanta del piso y mientras observo sus acciones, noto que es el mismo de siempre.

—¿Qué quieres? —exclama molesto —Dos acosadores en una noche, ya es demasiado.

—¿Dos? —Levanto una ceja.

—Eustacio vino, el jefe lo rechazó y entonces el matón nos dejó sin casa —cuenta Lon.

—¡Cállate, idiota! —lo reprende su líder.

Frunzo el ceño y todos se asustan.

—Eustacio —digo con odio.

—¿Y a ti qué te pasa? —pregunta Tarik desconcertado —¡Hey! ¿Qué crees que haces? —le pega a mi mano cuando toco su mejilla.

Sonrío.

—Me alegra que estés bien.

—¡¿Bien?! —se queja —¡¡Acabamos de perder nuestra casa!! —grita irritado.

—Estaba pensando —Lo agarro de los hombros —que los dejaré vivir en el club, ahí hay muchos guardias.

—No gracias —Me empuja para apartarse —¿Y para qué querríamos guardias? Somos una pandilla y no necesitamos esa clase de cosas, menos tus deudas.

—¡¡Pero jefe!! —gritan la banda al mismo tiempo.

—No se preocupen —Sonrío —no habrá objeciones o enviaré mis demandas.

El pequeño saltamontes termina quejándose alarmado y tirándose de los pelos.

—¡¡¿Qué?!! ¡¡No!!

No le queda otra que aceptar y yo me quedaré más tranquilo así.

Más allá de los ojos #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora